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Hundir la flota


Parece que hoy es el día, el momento en el que, en boca del capitán Fernando López, "se sabrá toda la verdad". Hoy están citados varios agentes de nuestro rugby para declarar en audiencia ante World Rugby y, a tenor de lo que hemos ido sabiendo, podrán explicar, casi cuatro meses después desde que se iniciase todo el caso Van den Berg, la verdad para salvar el Mundial.

Explicar "toda la verdad" a estas alturas es, cuanto menos, controvertido. Decir que todo o la mayoría de lo anterior, por contraposición, era mentira o no del todo cierto, me lleva a plantear un análisis sobre la estrategia que hemos podido ir viendo. Podría parecer que existe una segunda fase en todo este tinglado desde que los jugadores convocaran aquella rueda de prensa donde, más mal que bien, tuvieron que admitir que no les quedaba otra que ir de la mano con la Federación en el recurso. Es normal, ya que es Ferraz quien tiene esa condición de miembro asociado, por mucho que cada uno pueda clamar lo que desee.

En ese momento comienza a saberse que hay una línea estratégica clara y fuerte en lo que será el argumento de la apelación de la decisión que dejó a España fuera del Mundial de Francia: la culpa es del jugador. Es de recibo recordar que Gavin van den Berg, "el jugador", salió indemne de la sentencia de World Rugby, así como de los procedimientos abiertos en la FER: nadie puede sancionar a nadie al que no se le ha abierto un expediente o citado. Todo hasta el proceso abierto tras las alegaciones de Sevi, donde, ahí sí, ya se le abre. ¿Tarde? Más vale tarde que nunca, pero sí que hay algo dentro de mí que me dicta que ese paso, si querían ser consistentes con la estategia de culpar al jugador, tenía que estar ahí.

Culpar a Gavin van den Berg de todo el asunto tiene unas ventajas muy notables. Prácticamente exime al resto de cualquier culpabilidad, casi a la altura de ese paso al lado de Alcobendas para salvar su inocencia diciendo casi a mí qué me cuentas, si esto lo han hecho estos tres y porque se lo pidió alguien de otro lado. Exime al club (yo no lo sabía), exime a la FER (me engañaron), exime a World Rugby (a mí lo que me mandaron), exime prácticamente a los Tres de Las Terrazas (a mí me dijeron que hiciera), pero inculpan a Van den Berg. A cuatro meses del asunto y, recordemos, con una declaración previa de Van den Berg ante World Rugby en la que dejaba entrever que sí, que él sabía que se había pasado ("Ví que las fechas de los sellos de salida de España [cuando fui] a Sudáfrica en 2019 no coincidían con las fechas reales de mi viaje"). 

Los jugadores pusieron en lo personal toda la carne en el asador. Inmediatamente después de aquella rueda de prensa, varios mensajes en las redes sociales de algunos jugadores apuntando crípticamente al culpable, incluído Santi Ovejero, que había mantenido horas antes una charla en las traseras de esa misma rueda de prensa con Sevi en la que se cruzaron varias explicaciones. Parecía que no eran tantos los culpables (recordemos que llegó a haber siete frentes), sino solo uno, el que "lo sabía todo". ¿Funciona esto con Gavin van den Berg, que le debe soplar el viento por un oído y tampoco afectarle gran cosa, por lo menos en cuanto a España se refiere? Algo me dicta que, como se dice en castizo, le resbala.

Por si acaso, se ha creado una corriente de opinión favorable en ciertos medios británicos (The Telegraph, The Guardian, The Times y Rugby Pass) que nunca antes habían dado espacio al residual y exótico rugby español y ahora pareciera que es su cruzada. Desde un punto de vista de comunicación corporativa, la acción de cabildeo que ha sido capaz de generar esto es brillante, construyendo una sensación de culpabilidad sobre World Rugby si se deja a España y a su oportunidad fuera.  

Michael Hogg (el segundo león con más líneas en la prensa inglesa tras nuestro Oriol Ripol cuando jugaba en Sharks) hablaba ayer sobre "nuevas pruebas" que, entiendo, serán las trabajadas y encontradas en estas intensas semanas, y aprovechaba también para resaltar sobre lo que ya se dictó sentencia, que Gavin van den Berg solo había jugado los minutos de la basura en dos partidos que, bueno, podrían haber ganado sin él.

La cuestión no es tanto si Gavin van den Berg lo sabía o no. Eso no cambia el hecho de que, y desde que se certificó con las primeras alegaciones de la FER, estuviese mal alineado, que es lo que dicta la sentencia. La nueva estrategia va más allá de esa resolución e intenta atacar ese lado sensible que moldea el espíritu de la norma. "El jugador lo sabía". Y tanto, porque, insisto, ya lo dejó caer en su audiencia. Recalcar la mala fe del jugador es otra cosa y es esa tabla de salvación que se está usando ahora mismo junto con ese vergonzoso doble rasero que emplea World Rugby con ese tufo a apartheid desde su concepción. 

Y, aunque llegue tarde, porque -remarco, nunca hasta hace unas semanas se había abierto expediente contra Gavin van den Berg- era algo absurdo alegar ante World Rugby un hecho que ni uno mismo ha investigado en su propia jurisdicción, puede ser el único resquicio que le quede a la FER y a los jugadores para sobrevivir en esta montaña de estiércol. Veremos si a los de Dublín les convence o no el argumento, si modifican su parecer con el espíritu de la norma, ese fantasma tan de Dickens que habría que ver por dónde sale, y si, sobre todo, sirve para revertir la opinión que tienen sobre la mala praxis de la FER en las elegibilidades (remarcada a fuego candente en la sentencia). 

Lo crean o no, esa es la auténtica piedra en el zapato, y no tanto que se hayan unido fuerzas ahora en una única dirección, después de cuatro meses cuasi circenses, en vez de al principio, que es cuando todo apunta que habría que haberse sentado a hablar, a juntar esfuerzos y, sobre todo, criterios, justo antes de que cada uno quisiera hundir la flota del contrario para quedarse con la suya en aguas tranquilas.


 Texto  Álvaro de Benito   Fotografía  Soraya Sanz



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