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Análisis | 10 claves de las elecciones a la FER


Un día para las elecciones a la Federación Española de Rugby para determinar quién dirigirá, hasta 2024, su destino. Tres son las candidaturas que concurren: Hansen, Patricia García e Iñaki Vergara, cada una con su consecuente programa y equipo, expuesto en presentaciones públicas y a través de los medios de comunicación. (Aprovecho para recordaros las respuetas comunes al debate y entrevistas cortas complementarias que publicamos en A Palos con los tres candidatos: Debate · Entrevista a Hansen · Entrevista a Patricia García · Entrevista a Iñaki Vergara). Sin embargo, ¿qué hay entre bambalinas que pueden tornarse en factores importantes o decisivos en estas elecciones? Analizo diez de ellos y su posible influencia este sábado para poder entender algo mejor la complejidad de estos comicios.

 

La fecha (y el quorum)

Un 30 de julio, sábado, a votar en Madrid. En principio no parece el mejor plan estival, pero es la fecha elegida para celebrar estas elecciones. La confirmada imposibilidad de la asistencia del total de los asambleístas deja otra ventana abierta a la duda de cuántas ausencias serán al final. Es decir, de esa cifra mágica de 75 asambleístas, cuántos compondrán finalmente la votación y, por ende, la mayoría. Una ausencia pronunciada hará que toda cuenta sea todavía más complicada y que la suma de votos en mente de cada candidato pueda verse alterada.

 

Los asambleístas

El destino de la FER para los próximos dos años está en los votos de 75 asambleístas, 74 considerando que Castilla-La Mancha no votará, representantes de cinco estamentos correspondientes a árbitros, entrenadores, jugadores, clubes y federaciones territoriales. A diferencia de las anteriores elecciones, en estas no se habrá votado previamente a los asambleístas, sino que serán, en su mayoría y tras algunas salidas con sus recambios, los mismos que votaron en 2020. En resumen, la gran parte de los nombres referidos en la Asamblea son los que se decantaron por Alfonso Feijoo hace dos años. La clave estará en saber si el sentido del voto ha cambiado lo suficiente como para forzar un cambio o si, por el contrario, la mitad más uno de esos 75 seguirán apostando por finalizar la legislatura sin grandes cambios.

 

Dos años, no cuatro

Precisamente, junto con la no elección de asambleístas, el periodo de dos años hasta agotar la legislatura será otro de los asuntos que, sin hacer mucho ruido, pueden influir en la decisión final. Dos años por delante no es lo mismo que cuatro para una legislatura completa, por lo que cabe la posibilidad de que existan posturas que opten por cerrar lo empezado hace dos años y finiquitar el ciclo coincidiendo, además, con un panorama deportivo bastante mejorable, o bien si se decide que no hay tiempo que perder para iniciar la renovación y estos dos años son igual de importantes que el resto.

 

Las etiquetas

La adjetivación de cada candidatura fue variando a medida que se sabían que nuevos candidatos iban a concurrir a las elecciones. Cuando Hansen confirmó la suya, muchos contemplaron el panorama de que fuera a ser la única, eludiendo cualquier idea de que se presentase una segunda candidatura, y menos una tercera. El carácter rupturista estaba en Valladolid, hasta que saltó a la palestra Patricia García, que fue acusada inmediatamente por un sector de ser continuista. Por supuesto, el carácter continuista que se lideraba desde El Escorial dejó de ser tal en su esencia con la entrada en liza de la candidatura de Vergara, ex vicepresidente de la anterior directiva. La evolución de las etiquetas fue asentándose a medida que se iban conociendo detalles de cada programa, llevando más si cabe a una reafirmación eminentemente rupturista en el caso de Hansen, una posición renovadora pero no demoledora en el caso de García y una propuesta continuista pero crítica desde el lado de Vergara, perfilando esa necesidad de desmarcarse del contrario en lo que pudieran tocarse y exaltando las diferencias todavía más entre los que nunca llegaron a tocarse.

 

Las motivaciones

Convencer a los asambleístas de las motivaciones que han llevado a cada candidato a presentarse pudiera parecer un detalle menor, pero me atrevo a decir que es un detalle con mucha importancia dado el contexto actual institucional de nuestro rugby y el clima de crispación existente entre los aficionados quizá se traslade también a la Asamblea. Se corre el riesgo de que esas etiquetas que mencionaba antes acaben siendo transformadas en motivaciones revanchistas, oportunistas o de aferrarse al sillón, según se mire y quién lo mire, y se transforme en una elección en la que el hígado pueda jugar también un factor fundamental. El posicionamiento de cada uno en qué le ha llevado hasta la decisión de concurrir a las elecciones y explicar sus razones es bastante más que un prólogo de cada candidatura.

 

Los plazos

¿Cuántos asambleístas estarán traduciendo esos corto, medio y largo plazo en los años marcados a fuego en los programas presentados? Patricia García habla en su candidatura de Unión 2024 con las elecciones de dentro de dos años como primera parada, y con un objetivo deportivo e institucional marcado en 2040 al que se llegaría con hitos intermedios, mucho más cercanos. El caso de García es claro a la hora de mostrar unas prioridades a corto plazo, pero no deja de lado el larguísimo plazo, estructurando una candidatura ambiciosa con esas “dos velocidades” que siempre ha mencionado. En el caso de Hansen, teniendo en cuenta el 2040 de García, su propuesta se amolda más a un corto y medio plazo, marcando preferencias para actuar urgentemente en ciertos campos en 2022, llegar con trabajo hecho y una segunda fase que comenzaría con una eventual reelección en las elecciones de 2024 y con objetivos a un largo plazo estipulado hasta 2028. Vergara mantiene su propuesta más enfocada a un corto plazo, centrado en ese 2024, y con el trabajo por delante de finalizar la legislatura marcando un estilo distinto que el de su predecesor. De estos tres enfoques saldrán varias decisiones, todas marcadas también por las necesidades, tiempo y personas que representen a los asambleístas corto, medio y largoplacistas.

 

La comunicación

Aunque residual en cuanto a lo operativo de mantener una comunicación externa cuando los que votan son los asambleístas (imaginemos un mundo más cercano a la comunicación interna), la manera de expresarse y de aterrizar las ideas también son marcas personales de los candidatos. La gran pregunta es si esa comunicación es un mero formalismo, una opción de ganancia residual de votos o una buena plataforma de captación. Mi experiencia en comunicación externa me dice que el valor más claro de todo ello está en la seriedad, cercanía y modernidad que pueda transmitir cada candidato a través de sus acciones. Obviamente, para que eso se traduzca en votos debe haber una flexibilidad o duda en quien, a través de lo que transmite el continente, pueda variar su apuesta de contenido. No es un punto poco importante en la personalidad de cada candidatura, y habrá que ver cuántos votos habrá logrado cambiar la forma de comunicar de cada uno de ellos, sobre todo cuando existe la duda entre dos opciones y la comunicación, expresión y cercanía pueda decantar la balanza.

 

Los votos cautivos

Que hay votos ya cautivos y decididos no es una novedad. Las afinidades territoriales, de personas o de planteamientos abocan a que sean muchos asambleístas los que lleguen con una decisión poco sorprendente. Sirvan de ejemplo ilustrativo de esta situación Santi Santos y José Antonio Barrio, dos de los nombres de los nueve que conforman el estamento de los entrenadores: el primero con un futuro que solo le garantizaría Vergara (y si se resuelve favorablemente el TAS) -como declaró el candidato de Irún a A Palos-, y el segundo revelado como nombre de la dirección técnica del rugby femenino en la candidatura de Hansen. En los clubes, El Salvador tendría una vinculación más estrecha con Hansen por su pasado común que con otros candidatos, mientras que, en otro ejemplo, la cercanía del estamento de árbitros para con Vergara, presidente del CNA y también asambleísta, podría haber definido también el sentido de más de uno de sus componentes. Quizá uno de los grupos donde podría haber más división a priori habría sido el de los quince nombres de los jugadores. La presencia de Patricia García como candidata podría haber determinado el voto hacia su lado o, por lo menos, de una gran parte de los mismos por su reciente pasado como jugadores y exponente del rugby, en especial del femenino. La duda será si el estamento en su totalidad votará en bloque y, si lo hace, por qué candidato, ya que esos 15 votos, si van todos a una sola candidatura, hará que las dudas de los votos restantes se reduzcan todavía más.

 

La primera vuelta

Aclaremos que aquí nadie es mago y que no tenemos, de momento, la bola de cristal que acabaría con cualquier duda. Lo que sí que se puede afirmar es que la suma las cuentas de lo que cree tener potencialmente cada candidato no suma 75, sino que lo excede on creces. Por eso, las dudas persistirán hasta el final, que muy probablemente sea en una segunda ronda. Es muy complicado que ningún candidato alcance los 38 votos en primera ronda, ya que la existencia de tres candidaturas dificulta esa cifra, a no ser que una de las tres caiga en un estrepitoso fracaso que la situase por debajo de la psicológica (y logística) cifra de diez votos.

 

La segunda vuelta

La clava absoluta de todo el proceso. El resultado de la votación de la primera vuelta dejará meridianamente claro la ganadora en dos de los tres escenarios. Estos son los que llevan a pasar el corte a Hansen con García y a García con Vergara o, lo que es lo mismo, que en la primera ronda se quedase fuera uno de los dos nombres que ocupan los extremos del espectro marcados por las etiquetas rupturista y continuista, ya que será muy probable que quien haya confiado en un Hansen o un Vergara fuera en primera ronda, no dejará que sus votos caigan en el otro extremo y hagan que Patricia García, como posición más centrada, acabe erigiéndose como presidenta de la FER. Sin embargo, si es Patricia García la que se queda fuera de la segunda vuelta, ya ha confirmado que no dirigirá el voto y que serán los asambleístas los que decidan individualmente. La duda quedará así hasta el final y solo se resolverá una vez se confirme cuántos de los votos recibidos por la escurialense tienen más carácter rupturista y cuántos más continuista, es decir, cuántos de sus votantes optarán por Hansen y cuántos por Vergara haciendo a uno u otro merecedor de la confianza de la Asamblea. 

 

 Texto  Álvaro de Benito   Fotografía  Soraya Sanz

 

 

 

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