Regreso al futuro
A veces, ante tantos estímulos, imágenes y frentes, hay que parar un poco y coger perspectiva. Lo de hace unas horas en el Metropolitano tiene muchas lecturas, muchísimas, y en el plano de la motivación y resultado del evento como tal, todas son tan subjetivas como las que cada uno de los 40.000 espectadores que se dieron cita en Madrid quiera hacer.
Comentemos rápidamente el plano deportivo del partido. Los Classic All Blacks demostraron que, a pesar de su veteranía, todavía pueden hacer rotos, aunque para ello tuvieran que rodar unos cuantos minutos antes de coger algo de ritmo. Sería un breve resumen a ese alternativo y manido "quien tuvo retuvo". Enfrente, un combinado español que salió a por todas en esos minutos de rodaje, que pronto se puso por delante en el marcador y que no tardó en sumirse en una pájara de la que solo se recuperaron en los últimos minutos.
El partido se ciñó por momentos a la parte del espectáculo, de la exhibición, a pesar de los cambios de balonmano o las melés, no diré pactadas, pero sí poco disputadas, que ralentizaron a veces el ritmo. El XV del León no tardaría en aprovecharse de ese escaso rodaje del que hablaba y Quercy materializó un ensayo que hizo creer al Metropolitano. Poco más haría España hasta demasiados minutos después, periodo en el que fueron cayendo uno detrás de otro los ensayos de Tulou, Boss y, ya en la segunda parte, Hosea y Rico Gear. España despertaría y haría valer el cansancio de sus oponentes sometiendo la marca rival con posados de Gimeno, Tauli y Facundo Munilla, en total uno menos que los neozelandeses y que acabaría por reflejarse en es 26-33 final.
Con los ojos puestos en varios frentes
Sin más historia en lo deportivo, el evento de ayer tendría que habernos dado muchos más titulares. Estos no llegaron más que con lo que uno pueda interpretar, por ejemplo, de las reacciones del público. Durante la lectura de las alineaciones, todo el estadio se volcó con cada uno de los jugadores, pero a la hora de mencionar a Santi Santos, aparecieron numerosos pitos. Si estos iban dirigidos para él por su política deportiva, por su papel en todo el embrollo de Van den Berg o si era el símbolo de una FER en el partido frente a unos espectadores que se les presuponía de antemano disgustados con la directiva que no apareció, no lo podemos saber.
Tampoco supimos al cien por cien, aunque pudimos intuirlo, cuántos de los Leones presentes en el campo había cerrado esta noche su participación con la selección. En zona mixta, Manu Mora aludió a que esta había sido "la retirada de muchos veteranos", pero ¿quiénes? Por edad y por cierre con un sabor de boca algo mejor, podríamos entender que la generación que más pivota sobre la edad del cántabro podría haber dicho adiós, y no son pocos. También podría entenderse que algunos hicieron el esfuerzo mental de estar en el Metropolitano, pero que, a pesar de que puedan estirar todavía más el chicle, mucho tendrán que cambiar las cosas para volver.
Nunca fue el mejor momento, anímicamente hablando, para celebrar este partido desde que se supo la sanción de 10 puntos por alienación indebida que alejaba a España del Mundial de Francia. Preguntado Jordi Jorba por las esperanzas de que prosperase el recurso, el catalán no quiso ni mencionarlo: "hoy estamos para disfrutar de esto", zanjando rápidamente el asunto e indicando, de paso, que los ánimos siguen siendo bajos. Solo la motivación de ver y sentir la entrega de los aficionados, ayer incondicionales en el ánimo unánime para con el XV del León, pudo llevarles en volandas.
Pero de todas las cosas sobre las que no caben elucubraciones, está el éxito del evento como tal. La palabra la uso más en su acepción de marketing que de algo acontecido, aunque también lo fuera. La foto se logró: se pudo exhibir al mundo que en España se pueden seguir llenando estadios como se había hecho previamente con Anoeta, San Mamés y el Camp Nou, pero también cuando juega el XV del León. El hito de los 40.000 espectadores superó al de Zorrilla, aunque no son comparables, pero marcó el camino a seguir.
¿Hacia el futuro?
Cabe preguntarse si no hubiera rondado nunca el apellido All Black cómo hubiera sido el evento, pero si la lectura es que con ellos se ha visibilizado nuestro deporte y se ha movido por una semana como nunca (por motivos buenos, quiero decir), bienvenido sea. La capacidad organizativa del espectáculo fue digna de las grandes ocasiones europeas del mundo oval, apuntando a que algo así tiene cabida. ¿Hubiera sucedido igual con una visita de los Springboks?
Y esto abre otro melón. Hablando con compañeros, algunos comentaban que después de estos, España ya no podía volver a jugar en el Central. Personalmente, no estoy muy de acuerdo. Una cosa es todo el espectáculo generado alrededor del negro y de una marca y otra muy distinta es que vaya a ser siempre así. La prueba contra Italia del 2 de julio, que sigue ahí a pesar de que sabemos que está tambaleándose, hubiera sido un refrendo muy digno de lo acontecido en el Metropolitano, pero no nos olvidemos que, sin Italia y sin unas ventanas dignas de otoño, lo que tendremos más pronto que tarde es a Suiza, Países Bajos o Bélgica en un Rugby Europe Championship.
La oportunidad había que aprovecharla y se aprovechó visibilizando y haciendo enorme una propuesta deportiva de poco alcance, pero en el que la organización supo leer muy bien lo que podía suponer. A partir de ahí, el futuro del rugby en España está por escribirse, y ni siquiera sabemos los nombres de quién lo hará. ¿Seguirá Santos? ¿Cuántos de los componentes del equipo de esta noche continuarán, independietemente de sus motivos? ¿Fue lo del Metropolitano una realidad o algo más parecido a un espejismo para el futuro? Solo son tres preguntas de las muchas que siguen abiertas y que, parece, tocará esperar para saber su respuestas.
Texto y fotografía Álvaro de Benito
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