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Bálsamo de ensayos para resucitar las esperanzas mundialistas (49-12)


El XV del León se ha llevado hoy el primero de los seis partidos consecutivos que debe ganar si quiere aspirar a alguna plaza que le permita acercarse a Francia 2023. Y lo ha hecho resucitando el touch-maul y la capacidad de crear y reviviendo a una España muy disciplinada que no se vio durante los tres primeros partidos del clasificatorio. Todo ello redundó en una creencia en su juego de siempre, como queriendo demostrar que aquí nadie estaba equivocado, con más ideas y variedad de propuestas, lo que permitió a España llevarse el partido y el punto bonus ofensivo con una marca marciana de siete ensayos frente a la compañera de viaje con la que aspiran inhalar la estela que, ahora mismo, dejan Portugal y Rumanía en esa lucha por la plaza y cuarto que está en juego todavía.

Tras unos primeros minutos de juego truncados y poco activos, España sorprendió recuperando la letalidad del juego de delantera que parecía haber muerto junto con las esperanzas mundialistas, con el Central empujando hasta la línea de ensayo para que Pinto, en el 8, pusiera los primeros puntos en el marcador. Güemes pasó la transformación, y la hasta hace poco quimérica idea de que podía ser algo más fácil de lo esperado, se apareció en el recinto universitario. Quizá tuvo que ver en ello la roja que vio Morozov tres minutos después, por un impacto sobre Bell que el árbitro entendió merecedora de ese color tras revisar en el videomarcador, y, sobre todo, porque el XV del León siguió el guion que había planteado con una fe de la que ya muchos nos habíamos olvidado.

Llegaría el segundo ensayo, de Gimeno, fruto de la paciencia en la obtención de rédito sobre la marca rusa, que Güemes tendría a bien convertir. Y ahí, con el mango de la sartén en la mano, España se desplegó incluso más cómodamente. Se respiraba en el Central una sensación que quizá pudo tener una breve aparición en aquella sorprendente y fotografiada primera parte contra Fiyi, rescatando además esa seña de identidad que es el touch-maul que se intentaba una y otra vez, tan propio del rugby unión, alternando con dos buenísimas patadas de 50:22, tan propias del rugby league. Antes de que la primera parte viera su final, Pinto lograría su segunda marca y pondría tierra de por medio.

La única indisciplina grave en el equipo español consistió en la amarilla a Gimeno con la que se estrenó la segunda parte aunque, mitigada rápidamente por un Manu Mora luchador que, melón bajo el brazo, se fue cayendo hacia la línea de ensayo con tanta inercia como intención. 28-0 frente al huevo kinder que siempre es Rusia, en otro marcador para ser fotografiado. La matrioska iba abriendo más y más muñecas, y poco después, Uzunov, daría a entender que el bonus había que sudarlo. 

De hecho, aconteció ese intercambio de golpes que a veces pasa: ensayo posterior de Perrín y, sin casi tiempo de nada, ensayo ruso firmado por Kononov, para que, otra vez, Losada contribuyera con la tercera marca en cinco minutos, segunda española. El 42-21 indicaba que todo el despliegue de delantera y hoy buen hacer al pie y del juego de tres cuartos estaba siendo balsámico, hasta rejuvenecedor en un XV del León que lograría todavía una séptima marca, Aboitiz, que le aseguraba esos cinco puntos tan vitales.

Y es que España construyó hoy sus circunstancias y no dejó que fuera al revés, apoyándose en cada jugador para buscar opciones, sin indisciplinas graves, con una mayor creencia en su juego y bendecidos por las situaciones, esta tarde favorables en el Central. Los cinco puntos de hoy añaden suero a las cábalas para ir en diciembre a Países Bajos, segunda bala del tambor, con unas cifras con las que seguir soñando -o prolongando la agonía, depende a quién preguntes-. 


 Texto  Álvaro de Benito   Fotografía  Walter Degirolmo


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