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La carga política de Usarraga

 


Asier Usarraga vuelve al XV del León. Si no fuera Usarraga, pocos destacarían su vuelta, la de un jugador que en ocho años ha jugado poco más de una decena de partidos con España. Si no fuera uno de los nombres más repetidos por las polémicas con el anterior cuerpo técnico, nadie subrayaría su inclusión. Si no fuera Usarraga, no sería la foto institucional de la convocatoria de esta gira.

Para los que pecamos de deformación profesional tras décadas trabajando en la comunicación corporativa, mensajes y narrativas, la inclusión del jugador español en la gira por el Pacífico tiene una vertiente muy política, más contundente que la faceta deportiva que tanto por decisiones personales como por decisiones de Santos no hemos podido comprobar tan a menudo en la selección. Cualquiera que quiera acceder a las declaraciones que hizo en Francia en Actu.fr sobre su ausencia de la selección (“No jugaré con España mientras siga el seleccionador actual en el cargo [Santos]”) puede saber de qué va el rollo. Y también las que posteriormente contenían su versión sobre su ausencia de la selección y que ofreció en El Tercer Tiempo, pasado ya un relativo tiempo entre su ausencia y el primer año de Bouza.

Desde mayo, quien guste también tiene la versión de Santos del asunto. En “La era Santos”, el ex-seleccionador aludía a problemas de prioridad (“Usarraga no vino a jugar contra Italia A porque no le parecía suficientemente relevante el partido, a pesar de tener el fin de semana libre con su club”) o del “chantaje” de su posición que acabó con un jugador “que se ofreció muy generosamente a quedarse él fuera para que entrase Usarraga” tras ser incluido como número 24 en un partido.

 


Fuera como fuera, el tema Usarraga se convirtió, desde 2022, casi en asunto de Estado. Su estatus y sus motivos, así como la situación generada a su alrededor, hicieron que, tras la salida de Santos hace poco más de un año, su causa tomase también una vertiente política, casi ecuménica y diplomática. En la misma entrevista en Tercer Tiempo, el vasco lo dejaba claro: "Bouza vino a Castres y tuve una conversación muy agradable". Lógicamente, en su situación, la llegada del argentino ha sido una bendición, alguien con quien poder empezar de nuevo en otra etapa en el XV del León y se contrapone a esa versión del ex-seleccionador en la que apuntaba que “cuando tomamos la decisión (…), intentamos hablar con él para dejar las cosas claras, pero no quiso tener la conversación con nosotros”.

Hace unas semanas hablaba con un colaborador sobre la vuelta de Usarraga y de cómo se emplearía sutilmente su regreso. Podría decirse que la reacción alrededor de su vuelta, en la que claramente el jugador ha ganado el relato, como dicen ahora los políticos, es la esperada. Santi Santos es el pasado, y en este tema, la inmensa mayoría del público le señala como el villano que no fue capaz de entender a sus jugadores, se llamasen Gibouin, Peters o Usarraga. Veremos si ese relato se transforma en un buen punto de reinicio en las buenas palabras del vasco para con la España de Bouza o si reaparecen las tensiones como aludía Santos por cosas de estrellita. De momento, el único hecho real es que vuelve y lo hace de la mano del argentino, que su incorporación refuerza la idea del nuevo horizonte y que desde la gráfica oficial de la convocatoria su figura evangeliza con cierto ecumenismo la nueva era.

 

Texto: Álvaro de Benito / Fotografía: Domingo Torres

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