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La espiral de las competiciones de clubes


Pareciera que todo lo que atañe a nuestro rugby más allá de las selecciones se encuentra en un limbo. A veces, ese limbo temporal lo es casi desde la propia existencia de las competiciones de clubes, mientras que en otros tiempos de ese rugby posmoderno abocado a las franquicias esa temporalidad es algo más corta. Hoy nos levantamos con la firma de una "declaración de intenciones" para que la Asociación Nacional de Clubes de Rugby (ANCR) se haga, en un tiempo indeterminado, con la organización de las ligas nacionales. Aprovechando este anuncio, me gustaría sacar a la palestra otras informaciones y opiniones que se han ido vertiendo desde abril sobre estos particulares con la finalidad de analizar un panorama algo inestable e incierto.

La liga de la ANCR

Hoy se ha dado a conocer la firma entre la Real Federación y la ANCR de la firma de una "declaración de intenciones para la cesión de las Ligas de DH en el futuro". En sí, esta información es algo estéril en cuanto a lo inmediato y a lo contractual, pues la rúbrica de un documento con intencionalidad de que en un futuro indeterminado ocurran cosas lo único que certifica es la intención. Sin embargo, más allá del anuncio en sí, existe una doble lectura de este anuncio. 

La primera es la "reaparición" de un ente que llevaba dormido muchísimo tiempo. Muchos nos hemos preguntado si la ANCR existía, obviamente sabiendo de su existencia, pero ya me entienden. Ahora se produce un paso, y es la aparición pública de la Asociación que debería haber regido los destinos de las Divisiones de Honor desde hace años. Tras cierta presencia hace más de un lustro, la ANCR presenta ahora su compromiso a ello. Sin embargo, la temporalidad y, sobre todo, el objetivo de “conseguir desarrollar poco a poco una Liga fuerte, tanto masculina como femenina", según Miquel Martínez, su secretario, no hace pensar siquiera -sobre todo en ese "poco a poco"- en un medio plazo.

La segunda es la posición de la RFER en este punto. Si la Federación ha sido por defecto y casi por servicio público la que ha organizado esta competición, ¿qué pasará con uno de sus dos productos (selecciones y competiciones) nativos si pierde el control sobre ella? Si atendemos a la comunicación de la RFER, se apunta a "acuerdos necesarios para llegar al establecimiento de una Liga profesional de rugby, y la intención del traspaso de poderes de la misma desde la Federación a los Clubs en el futuro". Es decir, que el rugby sea el quinto deporte colectivo tras el fútbol (LaLiga), baloncesto (ACB), voleibol (Liga F) y balonmano (ASOBAL), que posea una liga profesional. ¿Le viene bien a la RFER una liga fuera de su control? En mi opinión, depende mucho del área que miremos. Por ejemplo, si observamos la regulación y las famosas Fs, la transferencia redundaría positivamente, pero si miramos al desarrollo y caché que la RFER pretendía dar a su producto, quizá no sea tan bueno. Independientemente de todo, tampoco le queda más opción, visto el devenir de las competiciones ligueras en España y su progresivo modelo privatizado de organización.

El mismo formato

Aquí cabe pensar ya en si, aprovechando ese traspaso sine die, se puede llegar a un modelo distinto de competiciones. Ahora mismo, hay dos puntos en clubes y aficionados que chirrían. A los primeros, les incumbe directamente que se desarrolle un modelo sostenible. Si hace poco se daba a conocer la situación de casi dos decenas de clubes que han renunciado a su participación a las dinámicas de ascenso a DHB, a esto se le suma los problemas que algunos equipos han mostrado de puertas para dentro de un hipotético ascenso de categoría. En este sentido, quien vele por las categorías por debajo de la DH tras ese futuro indeterminado deberá ser muy consciente de una realidad rugbística nacional que no se refleja en la estructura actual de competición.

 

 

El segundo punto interesante es saber si una DH debe seguir el mismo modelo de penalización o de premio jugando eliminatorias por el título en vez de honrar la regularidad. Con la Copa y la Supercopa directamente interrelacionadas con lo iguero, el sistema de eliminatorias de la Liga actual deja fuera un modelo tradicional que no es replicado en ninguna estructura. Sí que es cierto que el empleo de cuartos, semifinales y final es atractivo en cuanto a la emoción, pero se ha perdido por el camino parte de la esencia original a la que algunos todavía andamos agarrados.

El caso de Cisneros

En todo este jardín, también existen conflictos derivados de las distintas identidades y filosofías de los clubes. Por todos es sabido que en nuestros campos se presentan distintos modelos teóricos, desde el club que ficha por doquier aun a riesgo de perder su esencia al que milita como puede. Entre los primeros, los abocados a ello por una mera cuestión competitiva, mientras que los segundos pretenden estirar algo más temporalmente la presencia de un modelo tildado de anacrónico por sus rivales.

En este sentido, a mediados de abril el madrileño Cisneros, uno de los baluartes de este último grupo, publicaba en su página "El éxito de la receta amateur de un club universitario", un toque nada discreto de atención a aquellos clubes que abogan por una mayor profesionalización del rugby y que reivindica que, hoy en día, ese otro rugby no tan posmoderno es competitivo y posible. "Esta temporada estamos demostrando, nuevamente, que nuestro modelo de club universitario y amateur es el camino hacia un éxito deportivo sostenible y duradero". Éxito y amateur son dos palabras muy potentes en la misma frase, y, de paso, refrendan que el choque entre concepciones dentro de cómo debe ser el modelo de futuro de la ANCR puede seguir estando muy presente en la toma de decisiones.

Las franquicias

Es muy posible que, para cuando esto de la transferencia a la ANCR de la DH llegue, la modernidad haya pasado (de nuevo) por encima. Es decir, en modelos más desarrollados de ligas semiprofesionales como la DIDI georgiana o la Serie A Élite italiana llevan a pensar en una segunda categoría de competición, notablemente por detrás de la participación de Black Lion, primero, y Zebre y Benetton Treviso, segundo, en ligas potentes de franquicias, aun con puntos distintos.

The Guardian anunciaba no hace mucho que la EPCR, el ente privado que organiza las competiciones interligas y continentales en Europa, estaría pensando en ampliar su Challenge Cup y que España podía estar en esa ecuación. Esto abre, de nuevo, el melón del papel que la DH debe tener y cuál debe tener una franquicia española en un torneo profesional. Lo más seguro es que el interés por lo local se mantenga, ya que la tradición de club en España es mucho más fuerte que cualquier franquicia, pero, ¿y la franquicia?

Imaginemos por un momento que lo que dice The Guardian se convirtiera en realidad. ¿Iberians, Diables? Si uno mira la historia, la presencia de España XV u Olympus XV en competiciones de este tipo en el pasado era perfectamente asequible. No olvidemos que lo que teóricamente ofrece la EPCR son seis partidos, y no una presencia en una liga de más de veinte jornadas, por lo que Iberians en su reencarnación actual podría ser la mejor candidata, siempre que se encontrase financiación para ello. Sin embargo, si se diera la oportunidad de participación en liga, digamos, regular, un concepto como el de Diables de Barcelona sería más viable, dado que su estructura no depende de ligas y tendría una mayor independencia de movimiento, como también lo tendría Tel Aviv Heat, quizá el modelo teórico más cercano.

Sea cual sea el futuro, se antoja largo y complicado. El paso comunicado hoy es papel, pero entre toda la tinta subyace la indeterminación del periodo de traspaso, un tiempo que ambas partes, RFER y ANCR, deberían emplear, con los grupos de trabajo que se pretenden establecer, en analizar y hacer valer las intenciones para traducirlas en acciones que realmente favorezcan a los clubes con unos modelos adecuados a una realidad idiosincrática, cultural y económica propia. Tiempo ha habido de sobra, y tiempo habrá para ello.


Texto: Álvaro de Benito / Fotografía: RFER


 

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