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Análisis / Aguirre, Bainbridge y los conseguidores


El pasado miércoles, la candidatura opositora a la actual directiva en las (creemos) próximas elecciones a la Federación Española (FER) anunció que, si se alzaban con la presidencia tras los comicios, la FER tendría un embajador permanente en World Rugby. La presencia del ex-internacional inglés y ex-British Lion Steve Bainbridge en la candidatura de Valor de Rugby, y su futuro como enlace institucional entre una eventual federación dirigida por "Hansen" y el máximo organismo mundial, no hace más que resaltar la importancia estratégica y táctica de estas figuras que intentan combatir la debilidad de nuestro peso como nación oval.

La de Bainbridge sería novedosa en lo que se refiere al plano más institucional o puramente de cabildeo de despachos. Se desea que su relación personal con el recién reelegido Beaumont sea el principal arma para que se escuche la voz de la FER en Dublín, aspirando a que algo quede para ir desbrozando el camino. Sin embargo, no es algo nuevo si a lo que atendemos es a la idea de una figura relevante que mitigue la flojera que tenemos fuera de nuestras fronteras.

En 2013, la FER proyectó la figura de Jean-Michel Aguirre, 39 veces internacional francés en la década de los 70, como facilitador entre los clubes de las distintas ligas galas y la selección española. Es decir, su figura y experiencia en el campo del rugby del país vecino actuarían como enlace para aterrizar y "ablandar", de una manera cercana, las pretensiones tácticas que conllevaba la estrategia de profesionalizar el XV del León aprovechando el artículo 8 y naturalizando franceses de origen español, algo cuyo éxito se había visto en el periodo de Regis Sonnes.

Aguirre se convirtió así en el nombre del cabildeo deportivo de la FER y su proyecto deportivo para sus distintas selecciones masculinas. Su trabajo se convirtió en vital para los intereses de una España que ha crecido en francés los últimos años y que, guste o no, ha demostrado que es un remedio legal y efectivo para ir asentando las bases competitivas de nuestra selección en un mundo oval cada vez más hostil a todo lo no profesionalizado.

Así, Aguirre es al cabildeo deportivo lo que Bainbridge sería al institucional. No obstante, a pesar de que pudiera parecer lógico que contar con las ambos cargos (da igual aquí los nombres) hubiera sido desde siempre lo más acertado, la ausencia de esta figura doble responde, como casi siempre en todo lo que rodea a la FER, a una urgencia entre el corto y, rara vez, el medio plazo.

Jean Michel Aguirre respondió a ese apremio deportivo de un modelo que vendió todo su éxito a la colaboración con los clubes franceses, donde militan la mayoría de los que han sido Leones en los últimos diez años. Para contar con el éxito de esa formula, la figura del mediador o conseguidor o facilitador, llamémoslo como queramos, se tornaba esencial. Sin embargo, la parte institucional estaba en el limbo en el que sigue ahora: deambulando entre una Rugby Europe ya de por sí estructural e institucionalmente mejorable y el aparente desinterés por World Rugby.

"Hansen" ha repetido varias veces que el medio plazo del modelo de la selección a la que él aspira no es el modelo de asimilados, por lo que podría entenderse que la figura de mediador deportivo con Francia podría desaparecer, aunque sí que pone sobre la mesa la necesidad de fomentar el cabildeo institucional, y justo tras las elecciones a World Rugby. ¿Por qué? Se pueden esgrimir varios motivos, desde -de nuevo- la urgencia de desencallar una situación actualmente desfavorable hasta la necesidad de hacerse notar desde el primer momento ante quien toma las decisiones, ahora que la vía Pichot ha desaparecido.

Ambas figuras seguirían siendo necesarias en el futuro próximo de nuestra selección, porque nunca lo institucional y lo deportivo han de ir, en estos casos, separados. Pareciera que nuestro rugby no ha tenido nunca la capacidad de fomentar dos líneas que podrían haber dado más rédito de haberlas explorado conjuntamente, más que usarlas por dictado de lo perentorio. Nunca es tarde.




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