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Patente de corso

 


Hoy muchos de nosotros nos hemos levantado con un mensaje un tanto extraño en las redes sociales y el debate que ha generado en su hilo. Desde una cuenta de aficionados del Stade Toulousain se pedía, prácticamente, que Merkler, nuestro Joël Merkler, debería debutar ya con la selección francesa. Podría parecer algo un tanto inocente por parte de una cuenta a la que se le presupone un mínimo de conocimiento sobre sus jugadores y sobre ciertas normas, aunque tampoco es descabellado si atendemos a que, no hace mucho, era el mismísimo L’Equipe quien ponía sobre la mesa esa misma urgencia.

Absurdo o no, pues las normas son las que son, el mensaje deja entrever suculentas lecturas, desde la propia ignorancia supina de muchos que viven en su burbuja de tier 1 y liga potente a la complejidad y asimetría de una norma de elegibilidad que da patente de corso en su apartado más indecente a las potencias a expoliar los talentos de otras naciones.

Que a alguien metido en el rollo se le tenga que explicar que Merkler no es elegible por Francia hoy por hoy, dice mucho. Primero, que quien sea seguidor de una de las grandes selecciones del planeta pueda apuntar directamente el producto que desea llevarse recuerda peligrosamente a ciertos periodos oscuros de la historia. “Quiero a Merkler en Francia y lo quiero ya”, parecen decir, porque no sepan que no puede ser así o peor, no contemplan que eso no pueda ser así. En una selección tier 1 como es Francia, como lo son todas a excepción de Argentina y Sudáfrica, el expolio legal está considerado y bien visto.

Más triste es la posibilidad, si cabe, de que nadie en el mundo tier 1 considere que hay jugadores que ya han jugado con otras selecciones o que sientan un compromiso con su país de origen. Porque no existen o porque quién cojones es España para privar a las élites de seguir su compra. Tal es el caso de Joël Merkler, con casi una decena de internacionalidades con España a sus espaldas, y de otros muchos. Alguien pondrá sobre la mesa que las normas son iguales para todos, aunque la justicia esté viciada, como no podía ser de distinta forma. Que World Rugby mantenga la posibilidad en su normativa de que jugadores que lleven más de cinco años en el territorio de una unión puedan representar a esa unión si no lo han hecho antes con otra selección es, canto menos, cínico.

Pensar que los mejores jugadores del mundo, sea cual sea su origen, no van a ir a jugar a las ligas más potentes, sea la inglesa, la francesa, la japonesa, la UCR o el Super Rugby, es ser muy inocente. ¿Quién, pudiendo jugar en Francia, no va a decir adiós a nuestra querida División de Honor? La cuestión radica en que esto abre una desigualdad, precisamente por esa patente de corso protegida por una normativa que es fiel reflejo del imperialismo y la piratería que condicionan la historia de los países que rigen nuestro deporte. Así, cuando un jugador tiene la posibilidad de desplegarse en una liga potente, a los cinco años (antes tres), ya es elegible si no había jugado antes con otra selección absoluta. Es decir, la selección se convierte en un club cuyo poder para conformar un XV fuerte radica en el dinero.

Dentro de ese esquema, Merkler, de que quien pide su afrancesamiento inmediato por el mero hecho de haberse ido a ganarse las castañas, y de qué manera, al país vecino, representa el lado demandante del aficionado, el que exige que su selección pueda seguir expoliando sin saberse siquiera las normas. Es la actitud de Veruca Salt, la de quien ha crecido en una burbuja donde todo era posible y si no, o lloraba o papá y mamá movían sus influencias.

En el mismo entrono, Ezeala representa el otro lado, el que todavía puede jugar con Francia porque la norma, ahí sí, se lo permite. Iba a decir que habría que preguntarle a Ezeala que qué le parece la posibilidad de jugar con Francia por el simple hecho de jugar en su liga, pero la respuesta la ha dado el barcelonés en numerosas ocasiones y entrevistas, donde, como cualquier fichaje de club, ha declarado que su sueño es jugar con Francia. Tras haber pasado por concentraciones de Francia XV y 7s, esta última incluso con debut en amistosos, el jugador español seguirá esperando su oportunidad con el XV del Gallo, porque la ley lo permite y porque, como decía un familiar mío en Inglaterra, quiénes somos nosotros para truncar la carrera de un jugador.

Esa es, precisamente, la mentalidad de club, de imperialismo, de balda de supermercado, la que eclipsa cualquier posibilidad de desarrollo igualitario para quienes en sus ligas no tan potentes pueden hacer uso de la norma con jugadores extranjeros de perfil muchísimo más bajo. Reconozcamos que no es igual ir a comprar, sí, a comprar, al supermercado francés que al español, ni ir al español que ir al de la liga suiza, por ejemplo.

Ahí está la piratería, la obscenidad de la clase dirigente anclada en el club de Willy Fog y de la tienda gourmet parisina, con el mejor género y con una clientela, el aficionado, que, en más ocasiones de las debidas, patalea cuando no puede comprar su producto o porque se da cuenta de su ignorancia, porque no puede seguir alimentando con el expolio su selección que, hace muchísimo tiempo y bajo los auspicios de quien manda, se ha convertido en un equipo de súper estrellas de la liga.

 

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Today many of us have woken up with a somewhat strange message on social media and the debate it has generated in its thread. From a Stade Toulousain fan account, it was practically requested that Merkler, our Joël Merkler, should make his debut with the French national team. It might seem somewhat innocent on the part of an account that is supposed to have a minimum of knowledge about its players and certain rules, although it is not unreasonable if we consider that, not so long ago, it was L'Equipe himself who put that same urgency on the table.

Absurd or not, because the rules are what they are, the message gives a glimpse of succulent readings, from the own supine ignorance of many who live in their tier 1 bubble and powerful league to the complexity and asymmetry of an eligibility rule that gives letter of marque in its most indecent section to the powerful unions to plunder the talents of other nations.

That someone in the loop of rugby has to be told that Merkler is not eligible for France today says a lot. First, that anyone who is a follower of one of the great unions’ teams on the planet can directly point to the product they want to take reminds dangerously of certain dark periods of history. “I want Merkler to play for France and I want him now”" they seem to say, because they don't know that it can't be that way or worse, they don't contemplate that it can't be that way. In a tier 1 selection such as France, as all of them are with the exception of Argentina and South Africa, legal spoliation is considered and well seen.

Sadder is the possibility, if possible, that no one in the tier 1 world considers that there are players who have already played with other national teams or who feel a commitment to their country of origin. Because they don't exist or because who the hell is Spain to deprive the elites of following their purchase. Such is the case of Joël Merkler, with almost a dozen internationals with Spain behind him, and many others. Someone will put on the table that the rules are the same for everyone, even if justice is flawed, as it could not be otherwise. That World Rugby maintains the possibility in its regulations that players who have been in the territory of a union for more than five years can represent that union at international level if they have not done so before with another national team is, to say the least, cynical.

To think that the best players in the world, whatever their origin, are not going to go and play in the most powerful leagues, be it the English, the French, the Japanese, the UCR or Super Rugby, is a very innocent approach. Who, being able to play in France, is not going to say goodbye to our beloved Division of Honor? The point is that this opens up an inequality, precisely because of that letter of marque protected by a regulation that is a faithful reflection of the imperialism and piracy that condition the history of the countries that govern our sport. Thus, when a player has the possibility to deploy in a powerful domestic competition, after five years of continuous residency (previously three), he is already eligible if he had not played with another senior national team before. In other words, the national team becomes a club whose power to form a strong XV lies in money.

Within this scheme, Merkler, that whoever asks for his immediate release for the mere fact of having crossed to France to work, represents the demanding side of the fan, the one who demands that his national team can continue to plunder without even knowing the rules. It is the attitude of Veruca Salt, the one who has grown up in a bubble where everything was possible and if not, either she cried or Dad and mom moved their influences.

In the same environment, Ezeala represents the other side, the one that can still play with France because the norm allows it. I was going to say that we should ask Ezeala what he thinks about the possibility of playing for France for the simple fact of playing in his domestic competition, but the answer has been given by the Catalan on numerous occasions and interviews, where, like any club signing, he has stated that his dream is to play for France. After having passed through concentrations of France XV and 7s, the latter even with debut in friendly tournament, the Spanish player will continue waiting for his opportunity with the France XV, because the law allows it and because, as a relative of mine said in England, who are we to truncate the career of a player.

This is precisely the mentality of a club, of imperialism, of a supermarket shelf, which overshadows any possibility of egalitarian development for those in their not so powerful leagues who only can make use of the norm with foreign players of a much lower profile. Let's recognize that it is not the same to go shopping, yes, to buy, to the French supermarket than to the Spanish one, nor to go to the Spanish one than to go to the one of the Swiss league, for example.

There is piracy, the obscenity of the ruling class anchored in the Willy Fog club and the Parisian gourmet store, with the best genre and with a clientele, the fan, who, on more occasions than necessary, cries annoyed when he can't buy his product or because he realizes his ignorance, because he can't continue to feed with plunder his national team that, since long time ago and under the auspices of whoever is in charge, has become a team of superstars of the league.

 

 

Texto: Álvaro de Benito / Fotografía: Domingo Torres

 

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