Ese íntimo enemigo
España disputará este domingo en Lisboa un partido de esos que no pueden pasar inadvertidos. Un Portugal-España es, tradicionalmente, un partido de alto voltaje en cualquier deporte. La rivalidad (a la par que buena vecindad) es la nota imperante entre ambos países y en rugby es quizás más marcada aún, debido a que los choques son especialmente igualados y frecuentes.
Portugal llegaba a este torneo con sensaciones contrapuestas. Tras un magnífico mundial, la retirada de alguna de sus estrellas y el caos federativo había sembrado de dudas un equipo que descarriló estrepitosamente en el barro belga. En Bruselas se vio un equipo sin ideas y físicamente alejado del que maravilló en noviembre. Sin embargo, la contundente victoria ante la débil Polonia y sobre todo, la explosiva victoria en Rumanía ante unos Robles irreconocibles han hecho que las aguas bajen algo más calmadas por el estuario del Tajo.
A apaciguar la marejada también
ha ayudado mucho el buen nombre que ahora mismo tienen los Lobos al otro lado
de los Pirineos y que les ha permitido incorporar algunos prometedores
jugadores luso-franceses. Una nueva charnière, un joven talonador, el enésimo
ala de calidad… y el compromiso de sus estrellas que, quien más quien menos,
han seguido apareciendo. Los Storti, Marta, Madeira, Martins… son un bloque muy
joven, comprometido y orgulloso de defender a su país.
España, por su parte, estrenó seleccionador en el primer partido del REC. Los Leones son una selección muy golpeada en lo anímico en los últimos años. Las dos descalificaciones han creado un estado de ansiedad en la afición (probablemente, después de la georgiana la más numerosa y activa del REC) que ha hecho que todo sea analizado con lupa y viendo el vaso medio vacío. Sin embargo, hay una opinión unánime: hasta que se demuestre lo contrario, Pablo Bouza es un pedazo de entrenador. El equipo español ha ido creciendo, poquito a poco cada partido, en diferentes aspectos del juego y aunque ofensivamente ha estado discreto, parece que el plan que el seleccionador tiene pensado para el equipo va cogiendo forma.
La apuesta por la juventud es
evidente: España está jugando habitualmente hasta con cinco sub-23 en el XV titular
y los debutantes en el REC llegan a la decena. Un equipo que físicamente está
sufriendo lo indecible en delantera frente a equipos inferiores pero que ponen
mucho músculo y centímetros en la melé, la touche y los rucks. Ante ellos,
sufriendo unas veces y corriendo siempre más que sus rivales se han logrado dos
victorias y una derrota frente a Georgia, que estuvo cerca en el marcador hasta
el minuto 65. Gratamente nos ha sorprendido la línea, siendo muy sólida en
defensa (ningún ensayo concedido atrás excepto frente a Georgia, que llegaron
por superioridad de la delantera) y castigando los errores rivales con ensayos
de Bell, Martiniano o Mateu.
El partido se prevé igualado. Es cierto que Portugal es un equipo que castiga muy duramente y en un segundo los errores del rival. Pero también es verdad que España ha demostrado que sabe defender muy ordenadamente y que, salvo la segunda parte de Holanda ha tenido muy poquitos errores de concentración.
Los Lobos tienen claras sus armas, que son las mismas que en el anterior ciclo, pero peor ejecutadas. Transiciones rápidas, mucha presión en los rucks e intentar generar situaciones de 1vs1 donde la habilidad superlativa de sus ¾ pueda imponerse. Es cierto que faltan los que probablemente sean sus dos mejores jugadores: Storti y Marta están haciendo una temporada extraordinaria y su ausencia es un duro golpe, pero en los centros siguen el capitán Bettencourt y José Lima formando una de las mejores duplas del REC.
Sin embargo, su delantera ha
perdido punch. La sombra de Tadjer y Alves es alargada y jugadores como
Simoes también se echan a faltar. Rumanía, que es un equipo actualmente muy
gris les dominó en grandes fases del partido con su pack, tanto en los
contactos como en las fases estáticas. Por tanto, a pesar de ese brillante
pasado reciente, esta Portugal es vulnerable.
Pero a pesar de todo esto, sigue siendo un equipo que, en su casa, es dificilísimo de batir. Para neutralizar los principales peligros lusos, es indispensable que la segunda cortina española sea efectiva. Los Ferrer, Foulds, Imaz… se antojan indispensables para realizar esa labor de cobertura que pueda tapar las brechas que los portugueses puedan generar. Involucrando poca gente en los rucks, se evitarán las letales superioridades por fuera y también, Güemes y Gonzalo deberán de ser muy clínicos con el juego al pie. Cualquier balón muerto puede generar un peligroso contrataque.
A nivel ofensivo, es
imprescindible el realizar sin fallos el abc del rugby: que la delantera
asegure bien los balones, domine a su par en el contacto y gane sus fases
estáticas. Si se les niega el balón a los lusos, van a sufrir muchísimo porque
físicamente España es un equipo que puede castigarles delante. El touche-maul
que no ha funcionado especialmente bien hasta ahora, debe ser nuestra mejor
arma para desgastar al pack portugués y obligarles a cometer golpes de castigo
e incluso tarjetas amarillas. Las cargas por el eje y el canal del 10 puede que
sean uno de los principales puntos débiles del equipo portugués que España debe
de intentar explotar, sobre todo en primera fase aprovechando la potencia de
delanteros como Titi o de Alvar Gimeno.
Lo mejor de todo es que un partido en el que España tiene poco que perder (la derrota sería entendible a todos los niveles) como mucho que ganar. Si los Leones dan el puñetazo encima de la mesa derrotando a Portugal, en su casa y yendo a jugar la final a París, sería un espaldarazo increíble para Bouza y la nueva RFER de Hansen y compañía.
Por último, este partido es un
gran escaparate. La buena actuación de Portugal en el mundial ha llamado la
atención de fans de todo el mundo y, siendo que encima no hay 6 Naciones este
fin de semana, hará que muchos aficionados vean el partido, amén de Directores
Deportivos de clubes de Inglaterra y Francia. Jugadores como Martiniano Cian,
Mario Pichardie, Álvaro García, Lucas Santamaría… pueden llamar la atención de
clubes profesionales y lograr buenos contratos para próximas temporadas. Una
motivación extra (por si no hubiera suficientes) para dar lo mejor de sí
mismos.
El derbi ibérico sin duda se está consolidando como uno de los grandes partidos del REC, un partido que crece en rivalidad y que por tanto, crea afición y ayuda a desarrollar un rugby europeo, que crece a pesar de los palos que el Tier1 pone en su rueda. Un rugby europeo que debe de despertar y ser consciente de su propio potencial deportivo y económico para generar espectáculo, sin necesidad de mirar con admiración y envidia a otras realidades.
Texto: Fernando Pueyo / Fotografía: Soraya Sanz
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