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Una victoria que se traduce en una urgencia


España es campeona del Trophy sub-20 de World Rugby. Que los Leoncitos se hayan alzado con el título de la segunda división juvenil y que, con ello, hayan alcanzado el ascenso a la gran categoría para disputar el año que viene en Sudáfrica el Mundial es, sin duda, la mejor noticia que nos ha dado alguna de nuestras selecciones. O, por lo menos, con resultados absolutos consolidados.

A este éxito hay que añadir el hecho de que, para ello, previamente, la selección juvenil tuvo que alzarse con el Campeonato de Europa, que no deja de ser también otra magnífica noticia para un equipo que, con todo lo conseguido, deja un reguero de puntos por analizar. ¿Habrían existido los siguientes análisis de no haber conseguido la victoria ayer en Nairobi? Probablemente no todos, pero sí que acelera la necesidad de aterrizar algunos puntos estratégicos que la RFER quiere disponer.

Existe, primeramente, un plano deportivo lógico, en el que la transición parece tener recursos de base suficientes. Los Leoncitos han demostrado que se puede contar con ellos como caladero con producto nacional, y aquí creo que todos entendemos lo de nacional. Esta selección augura, en la medida de lo posible, un futuro más a corto que a medio plazo. Si la regeneración del XV del León lleva algún tiempo de retraso sobre lo que muchos de nosotros hubiéramos deseado, esta victoria implica el casi imperativo de contar con esta generación desde ya para las vicisitudes de una selección absoluta que tiene por delante solo un año para acabar por ensamblar los mimbres que tendrán que luchar por estar en Australia 2025.

A esa inmediatez deportiva, se le suma la conversión de esta victoria en la urgencia de apuntalar y discernir qué se quiere hacer con el desarrollo de la categoría juvenil sin perder la mira de que su objetivo debe ser nutrir con garantías a un XV del León todavía en construcción. Tres planos a tratar: franquicia, contratos y jugadores en el extranjero.

El hecho de contar con una franquicia de desarrollo (los famosos emerging) que sustituya a Iberians es una de las mejores posibilidades que se tienen en el rugby contemporáneo para certificar la competitividad que requiere cualquier grupo en crecimiento. Sin embargo, no hay que olvidar que una selección sub-20 no tiene por qué ser necesariamente la base de esa franquicia de elegibles. Cuando un combinado nacional se junta, lo hacen jugadores de distintos clubes, y no todos españoles. No se puede considerar que esta selección ganadora en Kenia vaya a ser la base de esa franquicia, pero sí que deberíamos hacer entender a los clubes españoles, más fáciles a priori para negociar, aunque no siempre del todo, que esa mayoría pueda, tiene que serlo.

Por supuesto, construir con cierta base este proyecto dotaría de partidos a una selección que llegará a la provincia de El Cabo, en principio, como la más débil. Por este motivo, a ser un caladero se le suma la necesidad de que el desarrollo de la misma en la Supercopa de Rugby Europe tenga como base una gran parte de jugadores disponibles.

Esta visión deportiva enlaza con los otros dos puntos, pero, sobre todo, con el contractual. Una de las líneas marcadas por la actual directiva fue la de tratar de implantar distintos tipos de contratos para jugadores para con la RFER. Gabriel Sáez comentaba en marzo, hablando de los juveniles, que “perdemos el talento que creamos y por eso debemos tener el control de los jugadores, para lo que proponemos tres tipos de contratos para los futuros Leones”.

Así se pretende que, a imagen y semejanza de lo que ocurre con nuestros seven, los efectivos implicados tengan el cien por cien del foco en sus labores para con el combinado en cuestión. Esta decisión, de aplicarse, podría arrastrar a un enfrentamiento directo con los clubes, además de que la situación actual de la competición de la franquicia (seis partidos de grupos más las fases posteriores durante el primer semestre del año) dejaría en vilo una segunda parte del año y dejaría de ser rentable.

Pero, ¿qué ocurriría con los jugadores juveniles que están en el extranjero, sobre todo en esas academias francesas? A día de hoy, ninguna ruta de crecimiento que se marque desde la RFER puede competir con la infraestructura, proyección y éxito de desarrollo de ningún grupo de espoirs en equipos franceses. Esto implica que, por mucha labor y esfuerzo que se haga desde Ferraz, existirá el riesgo de seguir teniendo una selección de dos velocidades. La labor por mitigar esas dos velocidades estará en manos de quien sustituya a Raúl Pérez al frente de la sub-20, sabiendo que tendrá entre varios caladeros: la franquicia emerging en la forma contractual elegida y los clubes en el extranjero.

Así, la victoria de ayer plantea con urgencia la construcción ya real, fuera del papel, de esa estructura para el desarrollo de los equipos juveniles. La cercanía de los clasificatorios al Mundial, el Campeonato sub-20 de 2024, el desarrollo de la franquicia y la alimentación de un XV del León en constante renovación se antojan demasiados frentes en tan poco tiempo. En manos de la RFER está elegir, si es que tiene que hacerlo, cuál de todos ellos es el prioritario, porque el tiempo material y un calendario ya definido han marcado, casi sin quererlo, la frontera entre el corto y el medio plazo.

 

Texto / Álvaro de Benito // Fotografía / World Rugby

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