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Así / Santi Santos: (...) y así ganamos a Rumanía dos veces consecutivas




Por Santi Santos

En 2018 ya era el seleccionador, y haber ganado como jugador a Rumanía te hace creer 
con más fuerza y convicción que es posible volver a ganarles. Muchas veces las barreras mentales son las más difíciles de vencer. Parte de mi trabajo fue convencer a los jugadores de realmente era posible ganar. El partido de 1992 estaba siempre en el fondo de mi pensamiento y creo que yo, más que nadie, tenía fe en nuestra victoria en 2018. Muchas veces sentía que algunos jugadores me miraban con “cara rara” cuando me escuchaban decir con plena convicción que íbamos a ganar, como si pensaran “este tío se ha vuelto loco”. Porque yo lo decía con total convicción. Yo les hablaba continuamente de ir al Mundial de 2019 como “Europa 1” y eso pasaba por ganar a Rumanía.

Soy competidor y me gusta ganar. Me gustan los retos complicados y ganar a Rumanía
siempre ha sido un reto muy exigente
, ya que, por historia y por ranking, siempre han
estado por encima. Pero cuando se consigue ganar a un rival tan exigente, se piensa en el
camino recorrido, en el proceso, en que, si tenemos fe en nuestras fuerzas, en nuestra
capacidad, y se hacen bien las cosas trabajando duro, con determinación, cualquier
resultado es posible. Estos partidos te reconfortan y hacen que merezca la pena todo el
esfuerzo y trabajo realizado. Te generan satisfacción plena. Desde que comencé a jugar
siempre me he guiado por una máxima que me dijo un entrenador hace muchos años: “no
hay nadie mejor que otros, tan solo gente que entrena más que otros”
. Estas victorias te
reafirman en esa idea de que si hacemos bien las cosas los resultados acaban por llegar.

Ganar a Rumanía como jugador y como seleccionador son satisfacciones diferentes. Como
jugador, tras la decepción de no poder clasificarnos para el Mundial de 1991 y sabiendo
que era mi último partido como jugador internacional, ganar a Rumanía suponía la
culminación de mi carrera como jugador, “colgar las botas por todo lo alto”, sabiendo que
el rugby español podía competir con los tier 2 y ganarles. Fue una despedida muy bonita y
emotiva.


Como entrenador fue diferente. Veníamos de ganar a Rusia allí y la clasificación para el
Mundial de 2019 estaba muy bien encaminada. Teníamos casi asegurada la repesca y, si
ganábamos a Rumanía, la primera plaza -que daba la clasificación directa y el jugar el
partido inaugural de la Copa del Mundo contra Japón- sería nuestra. El partido fue perfecto
y salió todo “a pedir de boca”, tal y como habíamos planificado. Pocas veces sucede eso,
pero aquel partido, que habíamos preparado muy bien, fue increíble.

El equipo salió muy “enchufado”. La victoria contra Rusia la semana anterior, la
expectativa de poder acabar como “Europa 1”, ver el Central lleno hasta la bandera
supusieron un “chute” adicional de adrenalina a los jugadores. La disciplina del equipo fue
espectacular. La defensa increíble, especialmente la defensa de los maules de touche de
Rumania. El aprovechamiento de las oportunidades de marcar fue increíble. Los
contraataques espectaculares. El juego territorial muy inteligente. La verdad es que la
satisfacción de aquel partido como entrenador es posiblemente de las mayores que he
sentido jamás.
 

En 2019 repetimos victoria. 2019 era un contexto totalmente diferente. Veníamos del
atraco sufrido en Bruselas en 2018, las denuncias acaecidas y las resoluciones de World
Rugby que supusieron una decepción enorme para todos los jugadores y para el rugby
español. Levantar el ánimo era una tarea muy complicada. A varios jugadores les
sancionaron duramente, otros dejaron el rugby, muchos siguieron jugando, pero con el
ánimo por los suelos. Algunos me han confesado que les costó muchísimo seguir jugando,
que apenas tenían ilusión ni ganas. Hubo varios jugadores que necesitaron un tiempo lejos
del equipo para recuperarse anímicamente. Tuvimos que reconstruir el equipo partiendo
de una situación muy complicada. El golpe de 2018 había sido muy duro. Pero fuimos
capaces de, tras pasar el duelo, levantarnos y volver a soñar con el siguiente objetivo:
Francia 2023
.
 
2019 ha sido el año con más éxitos de la historia del rugby español. Ha sido algo muy
bonito revivir a un grupo muy tocado para volver a ser muy competitivos. Algunos
jugadores del anterior ciclo, jugadores jóvenes que se han reincorporado, jugadores
nuevos que se han unido al proyecto… Ganar a Rumania de nuevo en 2019 fue posible por
la determinación de los jugadores de sobreponernos a la adversidad
. Contra Rusia (2019)
se ganó a base de saber sufrir juntos como equipo, y contra Rumania (2019) también.
Rumanía nos dominó la primera parte, pero la capacidad de lucha, de entrega, de creer en
nosotros nos hizo ganar de nuevo en 2019. Tal vez no hicimos un gran juego, pero la
fortaleza mental que demostró el equipo una vez más fue increíble.

Y lo que creo que es más importante, la barrera mental que antes había para batir a
Rumanía creo que ya está superada.
Hemos conseguido ganarles dos años seguidos
sabemos que estamos en un nivel similar. Este año hemos perdido allí, pero estoy
convencido que en los próximos años vamos a ver muchas más victorias contra Rumanía.
El próximo reto es ser capaces de ganarles a domicilio, algo que todavía no hemos
conseguido pero que conseguiremos pronto.
 

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