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Obituario del seven español


Este lunes Pablo Feijóo sobresaltaba al rugby español al anunciar en redes sociales el cierre de la Academia de Seven de Madrid. Una noticia especialmente dolorosa para el ex-seleccionador al tratarse de su obra. El programa de seven masculino que Feijóo lideró de 2017 a 2022 es sin duda lo más cercano que ha tenido nuestro rugby a una estructura profesional y justo es reconocérselo.

No sólo fue un magnífico seleccionador que logró el acceso y la permanencia en World Series sino que luchó de tú a tú con las mejores selecciones del mundo como nunca antes se había hecho. Sí, falló en el preolímpico y el clasificatorio mundialista contra Portugal (que tire la primera piedra el que no haya tropezado contra Portugal) pero dotó a la selección española de una consistencia en los resultado inaudita y todo ello siendo capaz de sacar nuevos talentos. Poco o nada se parece el equipo que cogió en 2017 al que abandonó en 2022 y quien asegure que lo hizo sólo a costa de robar talento al XV miente. La mayoría de sus jugadores jamás hubieran tenido su oportunidad en el XV del León por diversas razones (no hay más que ver la variada procedencia de muchos de ellos). Eso es mérito casi en exclusiva de Pablo Feijóo.

Así pues, desde la admiración más absoluta (servidor ha acudido a ver en más de una ocasión al seven masculino y ha tratado de alentarlo desde la grada incluso tras alguna de esas primeras jornadas dolorosas con tres derrotas), ver cómo se desmantela la academia de 7 no es plato de buen gusto. Pero es necesario verlo desde un contexto más amplio y no sólo con los ojos de quien ve cómo terceros tiran su trabajo por la borda.

Por supuesto hay un elemento de cainismo. Cargarse el seven será una decisión popular en ciertos ámbitos. Porque Feijóo es Feijóo. Porque el seven se lleva a nuestros jugadores. Porque es un equipo al que apenas vemos jugar en casa (irónico ahora que Madrid albergará World Series, eso sí). Porque es una modalidad que todos vemos muy lejana. Pero a la hora de valorar la decisión tomada por la Federación Española hay algo más que blanco o negro.

No podemos obviar que hoy por hoy la dirección deportiva de la Federación Española de Rugby está en buena medida intervenida. Daniel Hourcade nos supervisa y decide si el dinero de Dublín sigue llegando o no. Y Raúl 'Aspirina' Pérez se encuentra sobre el terreno. Cualquiera familiarizado con el mundillo del rugby tier 2 sabe cuál es la visión que Hourcade ha liderado en Sudamérica. Y el seven no ha sido prioritario en ninguno de los países donde el Huevo ha dejado huella. El seven de Feijóo y los planes de Hourcade iban a chocar en un momento u otro, fuera el presidente Feijóo, Hansen o Patricia García. Y el campo ha regalado a Hourcade del argumento definitivo: ¿qué sentido tiene una inversión importante en seven masculino si Uruguay con los retales del XV nos ha puesto contra las cuerdas?

La otra estaca la ha puesto World Rugby directamente. Su desinterés por el seven post-pandemia es manifiesto. La reducción de las World Series masculinas a 12 equipos, con hasta cuatro de ellos pudiendo perder su puesto cada año, era una invitación al tier 2 a marcharse. El bochornoso nivel de las Challenger Series que se disputan esta semana en Sudamérica, con cobertura televisiva infame, problemas logísticos serios y comentarios de que el departamento de prensa de World Rugby directamente está de vacaciones y nadie se ha desplazado hasta Stellenbosch es un aviso a navegantes de lo que espera a quienes desciendan. World Rugby puede prometer que aumentará los torneos, que quienes pierdan la categoría tendrán donde jugar a cierto nivel, pero los hechos dicen lo contrario. ¿Tiene sentido mantener una academia exclusivamente de 7 cuando ni la federación internacional cree en el seven? ¿Podemos mantener esta apuesta para colarnos en World Series un año de cada dos? ¿Mejorará sustancialmente las opciones de alcanzar los Juegos Olímpicos en un continente como el europeo donde el preolímpico siempre será una carnicería?

Gobernar es mancharse las manos. Y aunque me gusta el seven y he disfrutado muchísimo con el seven masculino, hay motivos de sobra para que la FER tome esta decisión. El rugby español siempre tiene la opción de reprochárselo tanto en Asamblea como cuando lleguen las elecciones en 2024. Pero si queríamos cambios no podemos tampoco exigirles que no toquen nada. No será la única decisión dura que tomen en los próximos meses.

 

Texto / Valerio Orive // Fotografía / Soraya Sanz 

 

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