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NOVEDADES

Bienvenido, Mr. Beaumont


Sir Beaumont representa a World Rugby y representa lo que World Rugby es. Incluido ese "Sir", ya me entienden. Su visita a España va dejando varias impresiones de lo que era un par de pretendidas jornadas de trabajo, a caballo entre lo institucional y lo ejecutivo. Que Bill Beaumont venga a Madrid ya es algo, las cosas como son. Y que la FER despliegue sus iniciativas ante un tren que pasa raras veces por los oxidados raíles del oval global, es lo que tiene que ser. 

Ferraz pretende que de España el señor Beaumont se lleve la grata impresión de que se está trabajando para convertir el rugby "en un deporte de mayorías, y no de minorías", como dice Hansen. Sin embargo, cabría preguntarse si a World Rugby le importa mucho o poco ese objetivo. Es decir, el mismo día que sale a la luz un nuevo formato para sustentar el apartheid oval, refrendado in situ por Sir al periodista Rodrigo Contreras y delante de quien suscribe, al mismo tiempo se lanza la fantástica noticia de que Madrid acogerá las finales de los próximos tres años de unas remozadas Seven Series.

Para nosotros es algo increíble. Desde luego que sí. Las relaciones de la FER con World Rugby parecieran estar en el mejor punto posible. Así lo atestiguan los gestos y las imágenes, valiosísimas en este mundo visual, de Sudáfrica y ahora de Madrid. Sin embargo, las estrategias del ente mundial mantienen en sus idearios la discriminación, por un lado, y la concesión de eventos, por otro, como armas geniales para ese equilibrio de parecer que se hace, pero sin hacer.

En el caso que nos atañe, las Series Mundiales, el Ayuntamiento de Madrid lleva trabajando en ello desde 2021. Sofía Miranda, la concejala de Deportes del gabinete Martínez Almeida, mantiene una labor activa en la promoción del rugby y la capacidad organizativa y, sobre todo, económica, que ha dado su fruto. Existe, lógicamente, una apuesta política que satisface a ambas partes, la de un consistorio que muestra este logro como algo histórico, mientras que Sir Beaumont puede decir que se democratiza el rugby. ¿Cuánto hay de realidad tras las sensaciones?

Paremos un poco aquí y veamos, en forma de sedes de grandes eventos, cómo va eso de vender la democratización del rugby. De las Copas del Mundo, todas las masculinas se han celebrado en países tradicionales, repitiendo la mayoría de ellos, a excepción de Japón y Estados Unidos, claras apuestas económicas. La gran gallina de los huevos de oro, el Mundial masculino, mantiene las estructuras victoriana intactas. 

Sin embargo, la gestión de las Copas del Mundo femeninas ha mantenido esa experimentación e indulgencia al ser encargadas a finales del siglo anterior y principios de este a Países Bajos, España o Canadá, antes de volver a un organizador eminentemente "tradicional", curiosamente con el impulso económico y de visibilidad de las mismas. Con el Mundial de Seven, tres cuartos de lo mismo, pero con más clara vocación económica (Rusia y Emiratos) o tradicional. Hoy le preguntaba a Sir por eso mismo, por si no era hora ya de dejarse de siempre los mismos y aplicar en el masculino las estrategias de asignación del femenino (en los 90s y 00s) o del seven. La respuesta: "¿Por qué no pensar en un Mundial en España? Se dan las características necesarias". Entonces, ¿cómo se explica que siempre organicen los mismos o los torneos siempre sean entre los mismos?

 


"A World Rugby no le interesa el rugby, le interesa el dinero. Le interesa el rugby, pero del 10 para arriba", me comentaba el ex seleccionador de seven Pablo Feijoo, conocedor de algunos entresijos, en la entrevista que publiqué en A Palos Plus. En esa misma charla, planteo que el seven es un laboratorio sobre el cuál experimentar no solo en lo deportivo, sino también en las dinámicas institucionales: uniones de todo color y sabor en igualdad con los señoritos. Ojo, es lícito que World Rugby, y comparto lo que dijo Feijoo, mire por su interés económico, pero precisamente por eso, mucha de la hipocresía hay que denunciarla.

Hansen y su equipo han llevado a Sir Beaumont al Consejo Superior de Deportes para refrendar la parte institucional, salpicada posteriormente por un baño en el Metropolitano de carácter municipal y organizativo. Posteriormente, más sesiones de trabajo para mañana recapitular todo. Para la FER es esencial aprovechar la oportunidad para descubrirle a Beaumont que existe un rugby más allá de los de siempre. Aunque él lo sabe. Otra cosa es que le importe mucho o poco. 

De lo que salga de Madrid en la cartera ejecutiva de Beaumont y los suyos y de lo que a todos nos gustaría que saliese puede haber un abismo. La buena sintonía, al menos en las distancias cortas, entre World Rugby y la FER es clara, y que se haya otorgado a Madrid ser el escenario de la final de las Sevens Series ya es algo, es mucho, casi todo a lo que puede aspirar una España que celebra por todo lo alto la concesión de aquel torneo de seven pandémico en El Central, los torneos de Málaga y Sevilla (por supuesto, en año irregular y de circunstancias) o que sonríe cuando tiene por delante un cuadrangular femenino con protagonistas que no son Suecia o los Países Bajos. 

Puede ser un inicio, debe serlo, porque siempre será mucho mejor aprovechar lo que nos dan con el otro rugby para demostrar con hechos, aunque la realidad del rugby, la del no global, no alcancemos ni a verla. Lo que no sé es si por mucho esfuerzo que se haga y tras unos días de preparar todo, el coche de Sir Beaumont pasará de largo como el de aquella comitiva en aquel pueblo castellano ávido de mostrar todas las bondades que en España podemos ofrecer a quien solo busca la imagen y la simulación. 


Texto: Álvaro de Benito / Fotografía: Walter Degirolmo



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