Desmenuzando el España-Países Bajos
El partido más esperado de los últimos tres años para el rugby español se saldó con una victoria contundente, a ritmo de crucero, en la que el XV del León se mostró muy sólido, llevó todo el peso del partido y supo castigar con muchos puntos las indisciplinas y los errores de manejo del oval de unos Países Bajos que no se salieron casi ni un ápice del guion esperado, pero que esta vez se vieron claramente superados por un conjunto español que aparcó las florituras para mejores ocasiones y se apoyó en el tan añorado touch-maul ,en su superioridad en los contactos y en su capacidad para conservar el balón y moverlo más y mejor que su rival.
Un rival que no se salió del guion previsto
Mucho se había hablado del peligro de Países Bajos durante este último año. Los Tulipanes, que lograron con suficiencia el quinto puesto el año pasado, llegaban avalados por su crecimiento en los últimos años , de la mano del antiguo seleccionador ruso (2018-2021), el galés Lyn Jones, que ha construido un bloque aguerrido, que ha crecido mucho desde el placaje, el orden defensivo, la presión y la capacidad para ganar duelos en el suelo.
Se preveía un partido en el que el rival iba a entregar la posesión e iba a tratar de anular nuestra capacidad para generar bolas rápidas, ralentizando nuestros rucks y tratando de cortar nuestro juego combinativo por fuera, metiendo mucha presión al apertura y a los centros, para luego ir barriendo por fuera y dejando inoperativos o minúsculos los canales por donde entran alas y zagueros. Y lo cierto es que, pese a lo abultado del marcador, durante gran parte del encuentro así fue. Los leones intentaron acelerar el juego y encontrar brechas por fuera, pero los holandeses cerraron bien los caminos mientras pudieron controlar desde el suelo el ritmo al que jugaban los españoles.
El problema para los neerlandeses es que se encontraron con un rival que, pese a algunos errores de manejo fruto de la ansiedad derivada de la importancia del partido y de querer derribar el muro a toda costa, supo reinterpretar las necesidades que el partido exigía. El XV del León elevó la intensidad y el volumen de los contactos, generó buenas estructuras de apoyos para conservar el oval y poder jugarlo a un ritmo relativamente alto y acabó por colapsar a base de contundencia y trabajo cerca de los puntos de encuentro a una estructura defensiva más pensada de inicio para ralentizar, presionar y barrer por fuera que para tener que estar constantemente sometida a cargas de plataformas llenas de opciones de pases y apoyos. Países Bajos venía a Madrid esperando parar nuestro juego en horizontal y acabo claudicando ante nuestra capacidad para generar juego vertical.
Un juego feo, pero efectivo
Todos habíamos jugado este partido ya mil veces antes del domingo. Imaginábamos una batalla épica y un juego lleno de combinaciones imposibles, movimientos sin balón y demás florituras varias. Sin embargo lo que vimos fue diferente. Totalmente diferente. Los Leones, dejando aparte errores no forzados, jugaron un rugby sólido, granítico, basado en la conservación del oval y en generar avance paciente pero constantemente, apoyados en la superioridad en los contactos y en la buena cantidad y calidad de los apoyos. Y en aprovechar los errores del rival, eso que tantas veces hemos reclamado. Hasta cinco ensayos conseguimos castigando las indisciplinas y los errores de manejo holandeses, tres vía touch-maul y dos jugando en transición tras recuperación de balón del rival. Ese otro rugby, no tan vistoso pero sumamente pragmático, es absolutamente capital para llevarse los partidos
Aún viendo que no era día de recurrir en exceso juego desplegado, nunca se abandonó la vía del intentar jugar por fuera , de reciclar balones desde las plataformas de delanteros ni de generar espacios con movimientos sin balón. De hecho en varios momentos del partido se logró, como en el ensayo de Álvaro García en el ala tras llevar Kerman Aurrekoetxea el juego de lado a lado a ritmo alto o como en el primer ensayo de Bay, fruto de una buena secuencia de avance que acabó con un balón rápido que le llega a Vinuesa y en el que había hasta tres opciones de pase claras en dos cortinas, y que se resuelve con Nieto entrando en segunda cortina aprovechando el espacio que genera López-Bontempo abriéndose en el canal del 12 y que luego resuelve con una magnífica descarga al 9 de origen argentino.
También se vieron cosas interesantes en el juego de los delanteros. Aparte de la contundencia y la solidez ya mencionadas, vimos que se trató de darle amplitud al juego con posicionamientos más abiertos, que se trató de atacar siempre el intervalo y no ir al bulto, y sobre todo, como opción más interesante, que se recurrió mucho al pase colgadito para el apoyo exterior, excepcionalmente ejecutado en particular por Zabala. Este movimiento generó varias situaciones muy favorables, porque fijaba a uno o dos rivales que iban a por un ball carrier aparentemente claro y permitía al apoyo entrar más lanzado y generar más avance y rucks con menos rivales.
Se puede decir abiertamente que no se jugó excesivamente bonito y que nuestros alas y zaguero estuvieron muy encerrados todo el partido y apenas pudieron crear juego, pero también que cuando se vio que la ansiedad llevó a cometer varios errores de manejo en zonas comprometedoras, se comenzó a serenar el juego, a juntar a los delanteros, a chocar fuerte, abajo y tirar de piernas para ganar metros, a ir rápido al apoyo y a asegurar balones para mantener la inercia dominante y sacar rédito de las indisciplinas y los errores rivales.
Quizá no fue lo que se esperaba a nivel estético, pero fue una puesta en escena absolutamente eficaz. Apoyados en la superioridad en los contactos , en una melé aunque no excesivamente dominante si muy solvente, en un touch-maul sumamente efectivo y en una buena gestión de los balones aéreos por parte de la tercera cortina(mención especial a Bell), se dominó el partido de principio a fin. El potentísimo banquillo no fue necesario para matar el partido pero si que sirvió para mantener el dominio del juego. Fue todo un placer volver a ver a Pichardie después de tanto tiempo o poder disfrutar de las cabalgadas de Merkler derribando contrarios.
El regreso del touch-maul
El trabajo de Miguelón dio sus frutos en el momento y lugar necesarios. Lo que en un tiempo no muy lejano fue una de nuestras señas de identidad y que en parte se había perdido, volvió por su fueros en el momento en el que más se necesitaba. Tres ensayos llevaron la firma de la plataforma española. Se observaron interesantes novedades, como colocar a los dos centros abriendo y cerrando alineamiento, como la transmisión del oval del saltador desde el aire a la segunda torre en el suelo para que esta montara el maul, o como una mayor circulación de jugadores dentro de la plataforma para dar salida hacia los costados.
Hay que tener en cuenta que todavía no es un maul tan ortodoxo como el que se formaba en la era Santos, pero si es un maul con muchos recursos para moverse en función del empuje de la defensa. Mención aparte también a la mejora en la sincronización de lanzamiento-levantamiento, factor este que nos había generado problemas en el pasado más reciente.
La falsa teoría del doble apertura
Cuando vimos la alineación de Bouza y la combinación Vinuesa-Bontempo muchos pensamos lo mismo. Doble 10 para ponerla rápido fuera y que Álvar Gimeno entrara a cuchillo o jugar a su espalda con los alas y el zaguero con mucho espacio para generar cosas. El precedente de la segunda mitad contra Estados Unidos había sido bueno y todos contábamos con que esa era la intención.
Nada más lejos de la realidad. Estados Unidos era otro cantar. Una defensa mas basada en la recirculación de jugadores y no tan centrada en ralentizar bolas. El domingo el escenario era distinto, con balones más lentos y muchos holandeses presionando en los canales intermedios, por lo que lejos de ver un doble 10 lo que vimos fue un 12 absolutamente académico, que entró con todo y ganó muchos metros para convertir en rápidos balones lentos o jugar con sus movimientos sin balón. Fue todo un acierto.
La gestión del juego al pie
Fue uno de los pilares sobre los que se asentó la victoria. Estaba meridianamente claro que los holandeses nos iban a lanzar un buen número de patadas para trasladarnos la presión y tratar de jugar en nuestro campo. La tercera cortina funcionó bastante bien. Comandados por un Bell imperial en la resolución de los balones divididos en el aire, siempre estuvimos bien colocados, apenas tuvimos que correr hacia atrás para ir detrás de las patadas largas, y siempre tuvimos opciones de pateo sin presión. Mención especial a la capacidad de Bontempo para dar patadas profundas y a la buena presión que se hizo de las mismas por parte de toda la tres cuartos, con mención especial al citado Bell y a Minguillón y Gimeno, muy activos en la presión de los balones largos.
La combinación de los nueves
Mucho se ha hablado de la jerarquía en la posición de 9 cuando Kerman es liberado por Biarritz para venir. Kerman es un 9 eléctrico como Bay, capaz de meterle mucho ritmo al juego y que además combina los tres factores clave en el levantamiento de bolas en un orden distinto al del 9 de Burgos. Mientras Bay llega muy rápido al pie del ruck, mira y ejecuta, Kerman mira primero mientras está llegando, luego llega al ruck y seguido ejecuta. Mientras Kerman, mucho más sereno en su juego que aquel que brilló en el Salvador, se muestra como un 9 más académico, un conductor de juego más puro, Bay nos aporta cierto punto de imprevisibilidad que aunque a veces nos lastra en cuanto a pérdida de capacidad de jugar más rápido, nos da mucho rédito porque su capacidad de evasión permite generar espacios muy rápido al mínimo desorden que haya cerca de los puntos de encuentro.
La importancia de un buen banquillo
Aunque pueda parecer que no era necesario dejar tanta pólvora para la segunda unidad, sí que fue muy importante el tener unos reemplazos de nivel que mantuvieran el dominio. Cuesta mucho cerrar los partidos, y más ante rivales peleones como los neerlandeses. No fue necesario ningún arreón en el minuto 60 porque habíamos hecho el trabajo antes, pero si que la salida de los refuerzos entre el 45 y el 60 mantuvo siempre elevado el nivel de intensidad y de concentración. Lección importante de cara al futuro para duelos más nivelados.
Texto: Víctor García / Fotografía: Domingo Torres
No hay comentarios