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La gira oceánica y las alternativas en y para la era Bouza

 


La gira de Los Leones por Oceanía ha arrojado un balance más que positivo. No es tanto una visión subjetiva, sino que, a tenor de los resultados y de lo mostrado, puede tomarse casi como una verdad. No era fácil imaginar el desempeño de los nuestros por tierras polinesias a priori, dado el historial, los rivales y nuestra nómina. Sin embargo, esa poca fe que muchos teníamos, yo al menos, se convirtió rápidamente en una duda. Esa crisis de fe, en este caso positiva, vino dada por una gran actuación frente a Samoa y que luego culminaría frente a Tonga, a la que, por primera vez en la historia, se le vencía.

Un comienzo alternativo a la era Bouza

Hay dos puntos que, tras conversaciones con compañeros, asaltaron a quien escribe y que creo que merece la pena ser puestos en relieve. En la rueda de prensa que ofrecieron Bouza y Mario Pichardie antes del partido frente a Samoa, Felipe Rodríguez comentaba que, para él, este era el comienzo de la era Bouza. Por mucho que el seleccionador nacional negase que así fuera, la certeza en la reflexión del periodista creo que existe, ya que pareciera que el Campeonato de Europa fuera, prácticamente, una transición entre cerrar los estertores de la era Santos/Miguelón para comenzar a construir desde una pretendida tabula rasa.

A tenor de lo visto, el equipo se ha consolidado como tal, quizá raspando ya los últimos sustratos de esa era Santos que podían subyacer todavía en ciertas ocasiones para dar paso, ahora sí, a una renovación mental del equipo. Acostumbrados a variar cada cuatro años toda la mentalidad y a tener que reconstruir el equipo, pareciera que sta vez no ha sido tan drástico el proceso, independientemente de que el resultado sea satisfactorio en cuanto a ese cambio. 

Podemos achacar que algunos puntos concretos, como que Bouza haya decidido, por ahora, mantener el mismo cuerpo técnico, haya dado un resultado esperado. Bajo esa decisión circunstancial o no, existe una decisión inteligente de transitar por el cambio de la mano de quienes conocen el negocio local desde hace años. Por eso, hay un punto de inteligencia emocional en la construcción del equipo, pero también en ese reconocimiento hacia la herencia española dentro del proceso de argentinización que, por el momento, y en parte por ello, sería injusto negar que está dando resultados positivos.

El equipo se ha construido y, contra muchos pronósticos, parece haber solventado la pérdida de dos años para ello, llegando tarde (como casi todo en este país), pero con visos de recuperarlo a tiempo. Si bien es habitual tener en verano equipos de circunstancias (ahí les aconsejo, cómo no, una lectura a La era Santos), pareciera que en esta ocasión se ha podido revertir la situación tras el resultado. Es decir, ¿es este el equipo que, a priori, hubiéramos llevado como ideal? Quizá la respuesta a posteriori hubiera cambiado la primera.


¿Y si?

La lectura de esta gira va también radica en que parte del éxito, sino de la totalidad del mismo, se sitúa en la preparación de la que ha dispuesto el equipo nacional para afrontar este final de temporada. Por primera vez, Los Leones han podido disfrutar de una concentración continuada de tres semanas para preparar esta gira. Esa mal llamada pretemporada ha abocado a la construcción de unas dinámicas de juego y de compenetración que han acelerado ese proceso.

En una conversación esta mañana con Fernando Pueyo, habitual colaborador de A Palos, me preguntaba hasta donde habrían llegado las Españas de 2018 y 2022 con dos meses de concentración continua previa al Mundial, si con cinco semanas se ha logrado esto. La pregunta no tiene una respuesta real, ya que son suposiciones, pero todo apunta a que no es una falta de talento o de preparación sino de recursos la que ha lastrado un proyecto de futuro. Bienvenidos sean esos recursos si se aplican de esta manera y si da campo para que el equipo de Bouza pueda trabajar y sacar el máximo provecho para cuando nos jugamos la plaza mundialista europea más barata de la historia. Esto es, matar cualquier posible error de cálculo dando, desde ya, un golpe en la mesa.

La era Bouza, contada desde donde cuenta Felipe Rodríguez, ha tenido un arranque tan positivo que resulta irreal, pero que plantea la pregunta de cómo ha podido el argentino y su equipo acelerar un proceso que, a tenor de lo visto estas semanas, llega con garantías a ese clasificatorio. La reválida de este cierre de temporada tendrá en noviembre varias pruebas de fuego. Para entonces, si se cuenta como en tiempos pasados con algo de tiempo de preparación (la División de Honor y Francia dirán si son factibles tres semanas de pretemproada del XV del León -ahí sí-), Bouza tendrá la oportunidad de demostrar que esto no ha sido flor de un día, aunque con ello tenga la duda (bendita duda) de si el bloque que ha llevado a la gira oceánica tendrá que desplazar a algunos de un supuesto contingente ideal.


Texto: Álvaro de Benito / Fotografía: FERugby




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