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La enmienda a la Ley del Deporte: futuribles sobre Cataluña y el XV del León


El pasado 25 de octubre, el Congreso de los Diputados aprobó una enmienda del PNV a la Ley del Deporte que permite la posibilidad de que federaciones deportivas autonómicas puedan competir como nacionales en competiciones internacionales. Tras esta reciente modificación, se abre una incógnita específica sobre el rugby, deporte en el cual confluye una de las grandes premisas reflejadas en esa enmienda que podrían abocar al reconocimiento internacional de algunas federaciones territoriales, en concreto la de Cataluña, y la autorización a competir como independientes ya que “las federaciones deportivas autonómicas podrán participar directamente en el ámbito internacional (…) o bien en el caso de que la Federación autonómica hubiera formado parte de una Federación internacional antes de la constitución de la Federación española correspondiente”. 

¿Abocarían estos futuribles o probabilidades a un nuevo XV del León que, si bien podría seguir siendo el mismo por aquello de los padres y abuelos en la mayoría de los casos, podría perder a algunos de sus jugadores si eligiesen jugar en esas hipotéticas selecciones autonómicas reconocidas internacionalmente? Hay que ir al detalle de las posibilidades para saber si, efectivamente, estas posibilidades son más reales que ficticias. Las enmiendas aprobadas por el gobierno aluden a dos puntos de interés: el reconocimiento de esa selección por parte del propio estado y siguiendo las normas de aceptación de la federación internacional de turno, y la vía rápida para aquellas federaciones regionales que se constituyeran antes de una nacional.

Este último punto es de especial trascendencia en nuestro rugby, ya que la Federación Catalana de Rugby se constituyó en 1922, mientras que la nacional, la FER, lo hizo un año más tarde. Más: la Catalana fue una de las cofundadoras en 1934 de la FIRA, predecesora de la actual Rugby Europe, lo que, a todas luces, y según el criterio normativo de la última acción gubernamental, podría ser más que suficiente para aprobar una escisión en Consejo de Ministros.

Ignasi Planas, presidente de la Federación Catalana de Rugby, nos comenta que, en relación al punto de la creación previa de la Catalana frente a la FER, “el régimen franquista derogó las federaciones territoriales, y hay quien defiende que la actual Federación Catalana es la refundada con la democracia en 1981, pero nosotros no aceptamos esa derogación del gobierno de Franco. Ahora tenemos una Ley de Memoria Histórica, y lo primero que queremos es que se reconozca la fundación de hace 100 años, y no la de 1981, y como fundadores de la FIRA.”

 

Ignasi Planas, presidente de la Federación Catalana de Rugby

Hace unas semanas, en la entrevista que publicamos a Florent Marty, CEO de Rugby Europe, podíamos leer sobre las acciones que se siguen desde París aludiendo a las instrucciones del COI en materia de política internacional y deportes. Él mismo aludía que “el COI fue fundamental para proporcionar las pautas a las federaciones internacionales y europeas [con las sanciones a Rusia]. Cuando sea el momento adecuado para comenzar a hablar sobre la reintegración (…) esperaríamos pautas similares del COI y operar de manera coordinada con los organismos de rugby y los que no son de rugby”. ¿Cabría extrapolar, y más siendo la representante continental de un deporte con disciplina olímpica, que las medidas del COI son asimilables para Rugby Europe?

El COI mantiene en sus estatutos desde la modificación de la Carta Olímpica de 1996 que, para admitir a nuevos miembros, éstos deberían ser reconocidos como independientes por la comunidad internacional y sin poder aplicar retroactivamente. Siendo fieles a la letra, solo Niue y la Santa Sede podrían acogerse a este derecho como nuevos miembros, pero, sin embargo, existen casos que contradicen la propia norma federativa tanto en el COI como en Rugby Europe.

Es el caso de Kosovo, cuyo reconocimiento internacional es limitado y, a ojos del derecho internacional reflejado por las Naciones Unidas, sigue formando parte de Serbia como provincia tutelada. Cabría pensar, pues, que la presión política ejercida por Estados Unidos, principal valedor de su independencia de facto, así como de la mayoría de los estados de la Unión Europea, es suficiente para su reconocimiento como selección diferenciada, y no solo en rugby. 

¿Estaríamos ante una posible kosovización del caso catalán? Las respuesta está en París, pero también en Madrid y Barcelona, las ciudades que tienen algo que decir en este caso. En París, Rugby Europe alude a directrices del COI para los temas políticos, mientras que en Madrid fuentes consultadas de la FER indican que “la Federación Española de Rugby se remite a lo que dice la ley y a la interpretación del CSD como máximo organismo del deporte español.”  

En Barcelona, los regidores del rugby catalán mantienen sus opciones frente a esa interpretación a la que se alude. Ignasi Planas: “Vamos a estudiarlo a fondo, pero las esperanzas que tenemos son mínimas; eso sin perjuicio de que el reconocimiento histórico sea una victoria moral. Es un reto muy interesante, pero hay que marcarse objetivos posibles. Me gustaría mucho que así fuera, pero ya lo intentamos en su momento y, al ser deporte mayoritario, tendremos todas las trabas de los organismos estatales”.

¿Y Dublín? World Rugby también parece claro en sus estatutos y en su seguimiento de las indicaciones del COI, pero también ha sido inconsistente (o, al menos, ha tenido algo de libertad de maniobras en sus criterios) al admitir como miembros de pleno derecho a territorios cuya independencia no está completamente reconocida internacionalmente, como pueda ser el caso de Taiwán, o a territorios que, por su idiosincrasia, y sin ser tampoco independientes, acceden a un estatus completo, como el territorio francés de ultramar de Tahití.

 

Foto de familia de la selección en el Mundial'99, con Oriol Ripol y Aratz Gallastegui, dos de los leones más posicionados a favor del reconocimiento internacional de las selecciones autonómicas.

Más allá de las posibles escisiones, las decisiones individuales de los jugadores en ese hipotético futuro lo serían todo. No es ningún secreto que en la historia del XV del León ha habido jugadores que, habiendo vestido la camiseta, se retiraron de la selección muy posiblemente influidos por sus opciones políticas. Las ideas públicas expresadas por algunos jugadores de los mundialistas catalanes y vascos sobre las selecciones autonómicas y su reconocimiento internacional, como son los casos de Oriol Ripol, uno de los mejores jugadores que ha tenido la selección española y adherido a la plataforma L’Esport per la Independència, o de Aratz Gallastegui, apoyando acciones de la extinta Esait, darían el respaldo a que jugadores actuales pudieran elegir la hipotética selección de su autonomía antes que la nacional.

¿Cómo pintaría un XV del León desmembrado? Insisto en que ese panorama debe ser conformado por los propios jugadores y su compromiso con una u otra opción. En la última lista de convocados, a tenor de la normativa que no atiende al pasaporte, sino a criterios de lugar de nacimiento y de hasta tercera generación ascendente, varios son los jugadores que tendrían la tesitura de elegir. Pero, ¿qué pasaría con aquellos que no podrían elegir? Es decir, imaginemos un jugador español nacido en Cataluña con toda su línea de ascendencia catalana. La posibilidad de elegir no la tendría, ya que existe una norma muy clara al respecto.

La aprobación de esta enmienda puede derivar en múltiples situaciones, pero pareciera que, en el caso de la más favorecida y siempre que se le restituyese su fundación de 1922 y convergiera así con los criterios aprobados, no cambiarían mucho las cosas. Preguntado Ignasi Planas sobre lo realista de la situación, incide en que “ya se intentó como miembro fundadora de FIRA, y, tanto la FER como la FIRA y el Gobierno se opusieron y tuvimos que llegar al final. Considero que la enmienda es un gesto meramente político, conseguido por el PNV en tiempos habituales de negociaciones, pero no creo que nos sirva de nada”.

 

Texto Álvaro de Benito // Fotografías Federación Catalana de Rugby (1, 2), FERugby (3) 


 


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