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Un muy digno final de campeonato


La selección española de rugby concluyó su participación en el REC 2025 cayendo en la final ante una Georgia a la que tuteó y minimizó durante buena parte del encuentro. La mala gestión de la inferioridad numérica tras la amarilla a Bay en las postrimerías del descanso, traducida en dos ensayos en apenas siete minutos, y unos muy malos quince minutos del arranque de la segunda mitad, en los que Georgia aprovechó la desconexión de una exhausta primera unidad española para poner tierra de por medio, fueron los momentos claves de un encuentro en el que los leones acabaron encerrando a los lelos en su línea de 22 en los últimos veinte minutos, apoyados por el oxígeno aportado por su segunda unidad.

Un partido en el que el combinado español fue valiente y descarado y le discutió la posesión al acorazado georgiano. Veinticinco minutos de desconexión y una muy mala gestión de  los saques de lateral, especialmente en el último tramo del encuentro, fueron quizá los condicionantes principales de un partido cuyos pormenores pasaremos a diseccionar a continuación.

Una melé digna

Georgia te suele comer la moral en la melé. Es un hecho constatable dentro del universo Tier 2. Incluso algún que otro Tier 1 lo ha sufrido en sus carnes. Ayer, el XV del León se batió con mucha dignidad. Cedió algún empuje que otro y concedió algún golpe de castigo, pero también los provocó en el mastodóntico pack georgiano e incluso permitió varios lanzamientos de juego peligrosos(uno de ellos acabó en ensayo de Bontempo). Podemos hablar de que los georgianos fueron superiores y que tradujeron en puntos directa e indirectamente algunas de sus formaciones, pero La melé española pudo conservar con cierta claridad sus introducciones y construir juego a través de ellas. Bouza combinó bien sus dos parejas de pilares para acabar el partido con un pack compacto y que no se descompuso ante el desfile de Top 14 de la primera línea de los Lelos

Un mal día en los saques de lateral

La touche fue uno de los puntales sobre los que se edificó la victoria frente a Portugal. Ayer fue un día mucho más complicado. Confluyeron varios factores para que esto fuera así. Por un lado, los georgianos habían hecho un buen análisis de nuestro alineamiento, principalmente de nuestros movimientos con Foulds y de nuestros amagos delante con la primera torre para acabar saltando atrás y a la inversa. Con saltadores más pesados y lentos que los nuestros, los georgianos leyeron bien el punto donde íbamos a saltar cuando lo hacíamos o muy adelante o muy atrás y plantaron sus torretas justo delante de las nuestras para robarnos unos cuantos alineamientos y ensuciar otros tantos sin necesidad de levantar más que nosotros o más rápido

Fue cuando saltamos entre sus dos torretas y cuando utilizamos segundas opciones como Imaz o Boronat en las mismas cuando pudimos tener buenos balones para jugar en condiciones óptimas. Cuando amagamos muy claro adelante o atrás y saltamos con nuestras primeras opciones, como Piñeiro o Foulds, tuvimos muchísimos problemas porque los georgianos tenían esos movimientos controlados y nos esperaban justo delante de nuestro punto de salto.

Por otro lado, se dio un factor que por obvio no es menos importante. Nuestros delanteros llegaban fundidos a los alineamientos tras un trabajo de desgaste con  y sin balón tremendo. La calidad de nuestros lanzamientos y nuestros levantamientos se vio muy condicionada por el estrés al que se veían sometidos nuestros delanteros en el juego abierto.

Podemos decir que no fue un buen día en la touche, y más teniendo el antecedente de Portugal, en el que construimos nuestra victoria en parte por ahí, pero tampoco fue un factor excesivamente determinante como para decir que el partido se nos fue por ahí. Si que hay que decir que el mal día en los laterales fue notoriamente reseñable en los últimos diez minutos, en los que desaprovechamos varios saques en línea de cinco, con malos levantamientos y saques muy precarios. En estos partidos, en los que generar inercias dominantes cuesta muchísimo, es mucho más doloroso perder posesiones propias tan cerca de zona de ensayo. Se pudo haber maquillado el marcador y bordear el -10 en el marcador final, claramente sí. Se pudo optar a la victoria de haber aprovechado alguna más de esas opciones, claramente no.

 

En cuanto a la defensa de los laterales, sufrimos la contundencia del touche-maul georgiano. El trabajo de Miguelón está siendo muy destacable en el aspecto defensivo, pero ayer había muchas vías que tapar. Hemos visto como nuestro alineamiento se ha adaptado muy bien al nuevo tipo de plataformas que se utilizan ahora, con formaciones más horizontales y que buscan salidas más fáciles por los costados que el clásico maul con todos dispuestos en hileras de dos y el balón atrás del todo en manos del talonador. Ayer trabajamos bien organizados, compactos y empujando desde abajo, incluso paramos sus plataformas en alguna ocasión, pero la capacidad georgiana de generar empuje con sus tractores de la primera y tercera línea se tradujo en dos marcas. En los lanzamientos rivales leímos bien sus movimientos y robamos un par de balones con nuestros saltadores por anticipación y mejor sincronización, y en general, pudimos, salvo en nuestra zona de 22 en la que les esperamos abajo, condicionar su lanzamiento de juego a partir de touche.

Una notable mejora defensiva, pero con fallos que pulir

Pese a encajar doce ensayos entre semifinales y final, el combinado español ha elevado notablemente sus prestaciones defensivas y poco a poco va ajustando su engranaje. Ayer, durante algo más de 50 minutos, España defendió con solvencia, agresividad y concentración. Es obvio que nuestra mejor defensa fue disponer de tanta posesión (más que nunca contra los lelos), pero se aprendieron ciertas lecciones importantes con respecto al naufragio defensivo del central en la primera fase.

En el 32-62 del Central, no peleamos apenas los ruck y nos obsesionamos con correr detrás de los georgianos , basculando hacia donde iba el oval, pero sin presionar a los receptores del balón, ya fueran delanteros o tres cuartos, con el aparatoso resultado que todos sabemos. Concedimos una ingente cantidad de metros ganados por presionar poco y mal y permitimos que usarán pocos efectivos en los puntos de encuentro , pudiendo dispersar por todo el campo jugadores con kilómetros  para correr. En Tiflis, la historia fue distinta.

Ayer, el equipo salió muy concentrado, con un punto extra de agresividad y una buena predisposición al placaje. Se atacó muy bien a sus receptores cerca del punto de encuentro y se lanzó muy bien a la gente al suelo, pudiendo ralentizar mucho sus bolas. Se habla mucho de la importancia de crecer en el contacto, pero una buena presión individual sobre el portador y colectiva sobre los apoyos interiores y exteriores le quita iniciativa a los atacantes y permite ganar muchos metros y tener más y mejores opciones de disputar los ruck. Lo pudimos ver meridianamente claro en la primera mitad del partido. La defensa española paró en seco a las unidades de delanteros georgianos y les obligó a jugar bolas lentas. Con esos balones lentos la tres cuartos pudo posicionarse bien con sus pares y los delanteros libres barrer por detrás para cubrir el costado interior de los defensores. Durante muchos minutos se lanzó a la defensa a la altura de los centros para cortar la circulación georgiana hacia afuera  y obligarles a entrar directamente con los portadores por los canales interiores, donde les estábamos esperando y les pudimos parar. Hacía tiempo que no se veía al ataque georgiano cometer tantos errores no forzados y eso es mérito única y exclusivamente de la buena defensa española.

Se cometieron indisciplinas, lógicas debido al potencial en el juego cerrado del rival, pero también se consiguieron sacar numerosos golpes por llegar antes que ellos al punto de encuentro y con más gente y se pudieron recuperar balones. En uno de ellos, en el que se consigue frenar una carrera lateral de Tabusadze, una buena acción combinada de placador-ayuda acaba con robo de un Mateu muy sobrio todo el partido que juega muy bien un pase largo bombeado para sortear dos georgianos y poner en bandeja a Cian el primer ensayo español.

Como lunar principal pudimos ver como nos descompusimos tras la prescindible amarilla de Bay. Ahí salieron a flote las carencias del equipo en cuanto a la gestión del juego en inferioridad. El ensayo de touch-maul era previsible y hasta comprensible, pero el ensayo del histriónico Tabusadze, mítico ensayador del REC, pero que por algún motivo que no sabemos no da el salto a las grandes ligas, vuelve a desnudar carencias defensivas ante las bolas rápidas o simplemente ante el juego desordenado , ya que se convirtió una situación de igualdad numérica en tres cuartos en una situación de superioridad por dejar correr demasiado a los georgianos desde su campo sin atacar a los portadores del balón, culminando con un placaje al aire de Minguillón, que cierra la salida hacia afuera al ala georgiano pero deja una autopista por dentro. En esta jugada hay un momento en el que sale al aire el fallo en nuestro entramado defensivo. Hay un momento en el que el balón llega al primer centro georgiano y este está muy próximo a Mateu y a un Carmona que llega rápido barriendo. Incomprensiblemente, ninguno de los dos ataca al portador estando en franca opción de frenarlo y siguen barriendo, convirtiendo un uno para dos a nuestro favor en un dos para uno georgiano.

 

Estos últimos minutos de la primera mitad fueron claves en el desarrollo del partido. No ya tanto por que los georgianos se pusieran por delante en el marcador, cosa previsible, sino porque revirtieron la tendencia del dominio español para el arranque de la segunda mitad.  En la reanudación Georgia mató el partido. Lo tuvo que matar tirando de sus fortalezas. Una cadena de relances y pick and go a la salida de una melé y un touche-maul supusieron dos ensayos en un abrir y cerrar de ojos. La sentencia la puso un desajuste defensivo en veintidós georgiana, en el que tres delanteros españoles tienen que defender a campo abierto a los tres cuartos georgianos. Niniashvili se basta con una carrera lateral para rebasar tres delanteros nuestros barriendo y atacar el intervalo con mucho espacio frente a un Imaz que no llega a alcanzarlo desde dentro y a un Vinuesa que viene a corregir pero desde muy lejos. La jugada culmina con una patada del apertura georgiano recogida a placer por Tabusadze para poner tierra de pro medio.

Ahí ya comenzamos a minimizar a los georgianos con mucha posesión propia, pero aún tuvimos un error defensivo que aumentó la cuenta del tanteador rival. Richardis da una patada bombeada y se produce una descoordinación tremenda con Gimeno, que aparentemente pide llegar él al balón aéreo, frenando a un Richardis que llegaba más rápido y mejor encarado hacia él pues era el pateador. Niniashvili, de nuevo Niniashvili, recoge el balón aéreo y con un simple contrapie sobrepasa a  toda la cortina defensiva que subía para regalarle el ensayo a un Lobzhanidze que apoya cómodamente sin que apenas nadie le siga.

Pese a los errores que costaron ensayos, el desempeño defensivo fue, durante muchas fases del partido, el mejor de todo el torneo. Buena presión, mucho orden, mucho más contundencia en los placajes y muchos menos errores. El equipo ha ido claramente de menos a más. Quedan muchas cosas aún por pulir pero se va encontrando más empaque en nuestro sistema defensivo. Hemos acabado trabajando más y mejor en el placaje y en el suelo y entonces s hemos podido defender mejor por dentro pero sobre todo por fuera, con más presión, mejor ocupación horizontal del campo y mejores coberturas

Un volumen de posesión muy superior al esperado

Si somos sinceros, todos o casi esperábamos otro guión de partido. Esperábamos defender como bestias, que lo hicimos durante muchas fases, y aguardar nuestras oportunidades en campo contrario con vía fases estáticas. Pocos se imaginaban que se tuviera un volumen de posesión como el que se tuvo ,que este se construyera marcando el ritmo con los delanteros y que se jugara tanto tiempo en campo rival. Pero sucedió. No se rehuyó el contacto directo, con buenos estiletes como Nieto, Titi o Álvaro pero se jugó muy inteligentemente dando muchos más pases para compensar nuestra inferioridad física en el cara a cara directo y tratar de abrir puertas entre la poblada y rocosa defensa georgiana, ya fuera jugando por el eje o en el juego desplegado.

Se pudo meter mucho ritmo al partido y se pudieron convertir bolas lentas en rápidas con buenas carreras, contactos bajos y buenos apoyos. Si bien es cierto que no pudimos descolgar tantos delanteros para generar más opciones por fuera porque los necesitábamos en el juego cerca del eje, si que es cierto que se pudieron sacar fuera un buen número de balones de calidad, ya fuera desde el 9 o desde las plataformas de delanteros, a una ¾ que supo descoser en muchas fases de la primera mitad a la defensa georgiana jugando a muchos pases, muy bien posicionada en dos planos de ataque, uno más plano y otro más profundo como segunda opción, generando incertidumbre con varias opciones de pase.

Hay que decir también que se cometieron muchos errores no forzados fruto de la precipitación. Lo que Tani nos dio en muchos momentos también nos lo quitó en otros. Su ansia por llegar pronto a los puntos de encuentro y ejecutar la jugada provoca que necesite tener el balón en sus manos mucho tiempo  y lo quiera tener mucho antes de lo recomendado. El día de Portugal los balones eran más limpios y no se acusó tanto esta tendencia, pero ayer, con muchos balones sucios y con muchas manos y pies todavía cerca de los mismos, nos costó un buen número de infracciones por adelantado en unas ocasiones, y retuvo mucho a los delanteros en su carrera hacia la defensa en otras.

Tras un tiempo en el olvido pudimos ver también juego elaborado a partir de lanzamiento del mismo tras fases estáticas, como en el último ensayo de Bontempo o en un relance fantástico a Nieto tras saque de lateral que avanzó muchos metros y generó mucho desorden en la defensa georgiana. En el pasado reciente, nunca se había disfrutado de tanta posesión frente a Georgia ni se había pisado tanto su línea de veintidós. Se hizo y se hizo además con posesión de calidad, avanzando a base de acumular fases y de alternar juego cerca y lejos.

Se nos ha acabado quedando corto el torneo, no ya en resultado, que hubiera sido el mismo, sino en desarrollo del plan de juego. El broche final tuvo claroscuros, como es lógico, con una desconexión de veinticinco minutos que nos costó el partido y con muchos fallos por corregir, pero mostró la progresión de un equipo bajo la dirección de un cuerpo técnico que transmite la sensación de que de no mediar el clasificatorio que tanto quitaba el sueño, hubiera podido trabajar sin tanto ruido exterior e interior y hubiera podido crecer todavía más. 

 

Texto: Víctor García / Fotografías: Javier Izquierdo (1), Georgia Rugby (2,3).

 

 

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