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Otra oportunidad, al cubo de la basura


Hoy se han presentado dos proyectos que afectarán, el primero, al desarrollo del rugby europeo y, el segundo, al no desarrollo de las selecciones españolas. Vayamos por partes: Rugby Europe ha lanzado la Rugby Europe Super Cup, una competición de clubes organizada por el máximo estamento continental para desarrollar los países emergentes bajo su paraguas. Esto, en palabras simples y llanas, es ese estrato de tier 2 y similares que Europa tiene y que no permeabilizan con el cártel (en su segunda acepción, no queremos denuncias) del Seis Naciones. Así, esta competición la componen ocho combinados: dos equipos rusos y una franquicia de cada una de estas federaciones: Bélgica, Georgia, Portugal, España, Israel y Países Bajos.

Tanto los neerlandeses como los belgas, georgianos y portugueses han unido fuerzas en torno a un proyecto de franquicia común que sirva para el desarrollo de sus combinados nacionales. Sirva de ejemplo estas declaraciones oficiales extraídas de los comunicados de algunos de ellos. Bélgica: "El grupo amplio constará de 40 jugadores, consistente en jugadores que ya militan en la selección nacional como en el segundo seleccionado"; Países Bajos: "Este equipo está formado, básicamente, por jugadores menores de 24 años. Este límite de edad se puede desviar si es necesario para fortalecer el equipo". Portugal irá también con una franquicia de representación nacional y que se enmarca dentro de su estrategia a cinco años.

¿Y España? Aquí viene la segunda noticia: la presentación de los Iberians de Castilla y León como representante español en esta competición. Se trata de un combinado de jugadores de los tres equipos castellanoleoneses de División de Honor, que se han juntado, básicamente, ante la incapacidad de la Federación Española de asumir ningún liderazgo en este sentido. De hecho, se trata de la apuesta ganadora, pues Ordizia también habría presentado su candidatura. 

España lleva años implorando por tener una oportunidad de desarrollo en competiciones regulares. Ya no hablamos de franquicias en Pro16 (ya no sé ni cuántos juegan en el Pro) o en otras competiciones, sino en algo más ajustado a las necesidades de desarrollo. La Federación es especialista en quitarse de en medio. Hoy, San Fermín, hay que hacer un reconocimiento a los recortadores, disciplina en la que la FER es especialista. 

La Challenge de 1998 y 1999, que queda tan lejos, y los experimentos de Olympus parecen ahora mismo el tesoro de El Dorado. ¿Qué lleva a la FER a escurrir el bulto y a no atajar, de una vez por todas e imponiendo el liderazgo que se le presume a una federación nacional, el problema con los clubes? ¿Qué le impide sistemáticamente no tirar una y otra vez a la basura las oportunidades que se le presentan? ¡Es que ni quijotismo tiene!

Ya no es el ninguneo al que se le somete una vez sí y otra también en los estamentos internacionales, sino que su particular guerracivilismo y la falta de bemoles para con los clubes hace mella una y otra vez en el potencial desarrollo de nuestros internacionales. Y, no nos olvidemos, que a la diferencia por inacción se le suma la diferencia por acción del resto: Portugal, Bélgica y Países Bajos, aquellos a los que mirábamos hasta no hace mucho con una superioridad propia de lo victoriano del cártel, tienen estrategias más definidas en lo que al desarrollo de sus selecciones nacionales se refiere. Y tener estrategia, creedme, ya es algo.

Ya está bien. Esta España, que ha demostrado ser vulnerable y no ser impermeable a crisis, no se merece desaprovechar como Federación ni una sola oportunidad. Si no nos las dan, porque no nos las dan y los malos malísimos solo queiren vernos nadar en barro. Pero... ay, amigo, si nos las dan. Es ahí donde se ve que quizá solo interese desviar responsabilidades mientras que se acentúa el victimismo y, con sus lágrimas, se forma ese barro que tan bien les viene a algunos para sobrevivir.


 Texto  Álvaro de Benito   Fotografía  Domingo Torres


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